por Cosme Álvarez
(poeta mexicano)
AL LECTOR
Las palabras —esa lejana memoria—,
crean o destruyen al ser que les dio acomodo.
LETRAS
Mientras más las escribo no comprendo
cómo llegan a ser habla y sentido,
al pensarlas ya son el simulacro
del alma que las traza en escritura.
1988
RÉPLICA A EZRA POUND
1988
TRAZO NOCTURNO
El carbón del lápiz se enciende
sobre el cuaderno como la flama;
el papel se incendia y una imagen
surge de sí en la luna llena;
veo, sin apenas darme cuenta,
un rostro prendido de las llamas,
ceniza hilada al equilibrio
de los dedos que trazan otra línea
sobre la fogata de rayones.
El fuego cesa, es una mancha,
o es el alma huraña de la lumbre;
me observa nadie y todo es circular,
rostro que es rastro de mi mano.
1988
INCENDIO
Petrificada en el silencio,
la palabra
no dice, representa.
Sólo la oscura belleza de la rosa
enciende
las vocales a la rosa.
1990
NOMBRAR LA TARDE
No basta con decir la tarde
como no basta dibujar la noche con palabras
(por sutiles no menos imprecisas).
La tarde es el árbol más grande
—en el patio
se arroja a las raíces de sí misma.
Yo despierto para este puñado de ballestas.
1994
HABLAR SOMBRAS
Las letras son imagen de su signo,
simulacro del habla y del aliento,
hechura de la mano que las traza
y ritmo de la sangre en escritura;
son símbolos, acciones y reflejos,
arenas movedizas de una idea,
lenguaje de la estatua, pensamiento,
las letras son el habla de otro idioma.
Constelaciones llanas en la lengua,
son eco del espíritu, y silencio
que nunca llega a ser lo que nos dice;
son mancha, garabato tras la huella,
vislumbre de un decir siempre en camino,
son sombra de otra voz, hablar de sombras.
1999
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