Jorge Luis Borges Paco Ignacio Taibo II |
Borges se enorgullecía de sus lecturas, del canto y sus amplias ramificaciones en espejos, laberintos, bibliotecas, noches —reflejo del sueño y de la imaginación—, y lo manifestaba a cada instante que podía. En Siete noches, apenas empezada la lectura de la primera conferencia, dice: «De mí sé decir que soy lector hedónico; nunca he leído un libro porque fuera antiguo. He leído libros por la emoción estética que deparan y he postergado los comentarios y las críticas». Eso que George Steiner llama literatura secundaria, y que inunda tanto las mesas de novedades de las librerías —ese mar de la ignominia, como las llamaba Garibay— como las bibliotecas de colegios e instituciones especializadas en el mundo.
Borges no impone, comparte su experiencia como lector |
Pero eso no es lo que vemos en alguien como Paco Ignacio Taibo II. Él no pretende ni quiere ser nuestro amigo. No quiere compartir con nosotros nada, sino imponer lo que él considera una obligación: la lectura. Las ideas de Taibo en torno a este noble oficio son absurdas y peligrosas. Hasta donde se puede observar, la lectura para él no es algo que se haga por placer, es decir como una opción vivencial, sino algo que debe hacerse para alcanzar un fin ulterior y más importante que la lectura misma. Según Taibo, se debe leer para ser libre. La lectura como un medio, y no como un fin en sí mismo.
El galimatías de ideas del novelista lo han llevado a la principal casa editorial del país, y desde allí piensa llevar a cabo una cruzada contra la ignorancia y la esclavitud del mexicano. Sin entender que esta casa editorial tiene y ha tenido una historia y un objetivo muy distintos, quiere llevar los libros hasta la última ranchería del país. Ya muchos han señalado los problemas logísticos y económicos a que eso llevaría. Esa es una discusión sobre la cual no me interesa abundar. Quiero, en cambio, referirme a esta idea absurda de una cruzada nacional por la lectura en la que Taibo se ha envuelto.
Paco Ignacio Taibo II: Leer para ser libres |
Si, como piensa Taibo, leer sirve para ser libres, ¿con cuántos libros se alcanzaría la libertad? Por supuesto, el galimatías proviene desde su organización, la Brigada para leer en libertad, un auténtico contrasentido semántico. Según Taibo, la libertad es un asunto perentorio. No resulta casual que el nombre de su organización haga referencia a una estructura militar. Él es el brigadier de los regimientos que comanda y mediante los cuales un día seremos liberados, lectura de por medio, nos guste o no leer, o leer los libros que de su campaña surjan y sean impuestos. No puedo imaginar una idea más absurda.
Podemos suponer que para Taibo la libertad sólo se consigue mediante la lectura, y por ende, si se quiere ser libre, hay que leer. No hay otro camino para alcanzarla. Es decir, una libertad única, mediada por un único mecanismo. Una idea ridícula, por donde se le quiera ver, para cumplir un objetivo imposible de alcanzar. Lo peor de la idea del novelista mexicano es reducir la lectura a un mecanismo utilitario, obligatorio, y al hacerlo imperativo, ausente del posible placer que pudiera conllevar en la mente y alma del lector. Una libertad impuesta. ¿Puede haber un absurdo más grande y terrorífico? El mundo de Farenheit 451 al revés.
«Menos [Octavio] Paz y más [José] Revueltas» |
El Fondo de Cultura Económica no es una oficina educativa, aunque dependa de la secretaría del ramo. La literatura mexicana fue para el Estado, durante años, un objeto de su interés y de su orgullo. Hoy no lo es para su actual director, quien cree que está en una oficina de reclutamiento. Cada vez que Taibo dice algo sobre el mundo de los libros y la lectura —por no mencionar el mundo editorial—, sólo demuestra que no sabe nada al respecto, y que la literatura mexicana actual le tiene sin cuidado.
Nunca había visto tiempos tan negros para nuestros dos oficios: la lectura y la creación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario