[Versión de Cosme Álvarez]
He visto
Anoche
algo estalló dentro de mí.
He visto al poeta borracho,
al chivo expiatorio en el hombre,
con los velos abiertos
mientras el pulso cósmico le sacudía la pierna
ilustrando su técnica,
exorcizando sus abstracciones.
He visto
lo que nos permite ver Dostoyevski
cuando se zambulle en aquella materia plasmática del alma,
donde sólo se puede reconocer el elemento divino.
He visto a todos los poetas de la creación
y me hubiera gustado gritar: ¡Madre,
madre, mi corazón está en llamas!
He visto los cuadros de Picasso
cantando la doxología de la razón,
he visto
tambaleante
la trama de acero de nuestro mundo,
toda la vertebración gaseosas de la vida
precipitándose hacia la disolución.
He visto a la vida en sus escisiones y en sus fisiones,
he visto a la vida monda, viscosa, calva,
y saludable y adinerada y alegreta.
Me he visto a mí mismo
escribiendo poemas en las paredes, sobre mis frescos,
sobre palacios de mis entrañas,
he visto mi ojo pineal
guiñando y parpadeando,
abriendo la cubierta del centro del cerebro;
he visto la personificación de toda la poesía,
el hombre arraigado en la tierra y en la sangre,
y las balas de expansión de su cerebro
que se estrellan contra el cielo raso del firmamento,
incrustando con perlas a las ostras,
cosiendo al cosmos
con ideas tachonadas de piedras preciosas,
que gotean carne y coágulos de sangre;
he oído a las comadrejas de sus poemas
corriendo por todas las cavernas de la música,
los arañazos de sus garras
en los ojos de mica.
el chillido de su voz a solas,
la salvaje histeria de su deseo.
El poeta abrió el acordeón de su mente,
que llegó al colapso con un estruendo.
Hundió una daga en su corazón y el corazón se incendió.
Abrió los bajeles de su sangre
y la música manó de sus venas.
Ese es el hombre que he estado buscando
y al que he encontrado con mi ojo pineal.
Ese es el hombre
que he creado
en mi soledad
y su imagen es reconfortante.
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