Por Víctor Toledo
(poeta mexicano)
Preludio
Vivimos
en tiempos de guerra permanente, delitos, represión
Y
bajos reyezuelos sanguinarios.
Antes
que nada debemos proteger nuestras murallas
De
nuevo medievales (nuestro ejército: nuestro enemigo)
No
dejemos por eso de gozar y cultivar nuestros jardines interiores
(Guardando
más tesoros que Le Goff).
Cuanto
más que la paz que provocan es tan necesaria
¡Cuánto
extraño aquella rosa de perfume salvaje y delicado
Su
corte y su cortejo, lanceando al feroz dragón del tiempo
Congelando
las llamas del instante!
¡Aquella
Puerta, aquella luz dorada por donde me fugaba
Al
Paraíso del sonido, del hiato y de la Letra!
La
casa abierta de la infancia y de la adolescencia.
En la montaña
Leyendo
un libro de poesía clásica china
Me
digo: Li-Po y Tu-Fu, eran unos borrachines solitarios.
De
pronto me doy cuenta que vivo una situación muy parecida
Moro
solo en la montaña y me alegra siempre el vino
En
el jardín de la Vía Láctea sólo las estrellas y las flores,
La
luz y la naturaleza, conversan conmigo.
Abajo,
el ruidoso resplandor de la ciudad es un lejano río.
Es
mi reino. Tu-Fu y Li-Po se ríen de mí
Li-Po
se embriaga siempre acompañado por su sombra y por la luna
(Magnífico
trío de camaradas)
Tu-Fu
por la melancolía del amor, la justicia y sus amigos.
Pero
yo me río también
No
sólo tengo a mi sombra y a la luna
Mi
libro y ellos me acompañan
Y
con el resplandor rubí del vino,
Que
hila las horas entusiasta con el rubor de la Vía Láctea,
Somos
un grupo ya considerable.
El instante maravilloso
(paráfrasis de Pushkin)
Apareciste ante mi puerta como un rayo
deslumbrante
Por ti deseaba ser un gran poeta y alcanzarte,
Un Viento liberando a su país
Y el ritmo del cosmos, algoritmo marino, giró en mi corazón.
Por ti deseaba ser un gran poeta y alcanzarte,
Un Viento liberando a su país
Y el ritmo del cosmos, algoritmo marino, giró en mi corazón.
Pero el tiempo pasó, montando una racha helada y
gris
Los años soltaron sus crines revueltas y no te volví a ver:
La oscuridad reptó en mi rostro, se enroscó en mis ojos
Y ennegreció mis labios con su veneno azul.
Los años soltaron sus crines revueltas y no te volví a ver:
La oscuridad reptó en mi rostro, se enroscó en mis ojos
Y ennegreció mis labios con su veneno azul.
Mas el tiempo pasó, aún con su dolor sin fin,
En una de sus esquinas -la tormenta- te descubrí otra vez
Surgida del blanco remolino: genial aparición
Del más puro confín de la belleza.
En una de sus esquinas -la tormenta- te descubrí otra vez
Surgida del blanco remolino: genial aparición
Del más puro confín de la belleza.
Y otra vez habló ante mí aquel oro de Saturno
Y el entusiasmo astral de su contemplación
Volvió a encender mi rostro.
Y el entusiasmo astral de su contemplación
Volvió a encender mi rostro.
Y recordé al poeta que
pudiera ser
Al loco del abismo que pretendía salvar a su país
Y el ritmo del cosmos, girándula de ámbar, nocturno girasol,
Volvió a arraigar en mí.
Al loco del abismo que pretendía salvar a su país
Y el ritmo del cosmos, girándula de ámbar, nocturno girasol,
Volvió a arraigar en mí.
El perro flaco
Veo
al perro flaco abandonado
En
la azotea de la casa de enfrente
-Increíble
equilibrista
Con
la fuerte y larga garrocha del viento
En
el hocico-
Da
vueltas pasmosamente
Aterido
bajo la cerrada lluvia
Sobre
la delgada barda
Al
borde del abismo, en el hilo de la muerte
Bordando
su destino.
Preso
en la azotea de la nada
En
la neurosis de su triste suerte
Con
los barrotes filosos y helados del aire.
Continuamente
se resbala pero no termina
De
precipitarse al fondo de la lluvia.
Prefiere
pasar frío y no caerse
Por
mirar a la calle y distraerse del vacío.
Ahora
es una sombra empapada
Bajo
la tormenta de la oscuridad
(La
piel tostada de la soledad
En
el sol negro de su melancolía).
En
el extraño y vertiginoso equilibrio del mundo
Siempre
hay alguien más solo.
Alguien
que está más preso entre la nada
Y
la frialdad del orbe.
Al
fondo, el lago:
Lejano
ojo con nubes que lo observa
Cómo
da vueltas y vueltas a su muerte
(Como
si fuera un suicida consciente y consumado
Y
un alto acróbata confiado)
En
ese desteñido carrusel de perros sombras
El
perro no está sólo: pues Ella siempre le acompaña
Aunque
él parece ignorarla totalmente.
Con-pasión
Él
tenía compasión porque los árboles dormían de pie
(Porque
morían así)
Porque
el agua no dejaba de correr
Ni
la cascada de reír o de llorar.
Tenía
compasión porque era su pasión
Porque
así el mundo para él era mejor
Una
lección de comprensión por el otro
Que
es su verdadero Yo
(Lo
que Cristo o la Poesía le dejó).
Tenía
compasión por el amor
Que
no dejaba alguna vez de odiar o de sufrir.
Y
porque había que perdonar.
Compasión
por la pérdida de la pasión.
Y
por el sol que cada noche se apagaba
(Más
y más)
O
las estrellas que dejaban de brillar
O
creían perderse como Melusina
Por
siempre en el arroyo
De
la metamorfosis
Ofelias
ahogadas por el peso de la luz de sus vestidos
Perséfones
raptadas por el Hades
Muchachas
de cabellos blancos
Coro
de Kores, Fonías, sin-fonías.
Y
por las nubes que perdían su forma
Por
culpa de su Forma
La
forma, el retrato, del instante.
Por
los días como hojas de oro del otoño
Por
las noches de metal
Ya
olvidadas del nagual.
Esas
cuevas de tesoros en sí mismas sepultadas
Y
las brujas que ya no podían volar
En
la luz artificial de las ciudades.
Compasión
por los palacios de madera de Estambul
Incendiadas
Arcas de Noé
En
el diluvio de la nada.
Compasión
por los que no tenían compasión
Por
el tiempo y su ilusión
Por
la hetera o luminosa eternidad
Porque
aún escurre oscuridad.
Compasión
por el lado oscuro del azul
Por
el lado enfermizo o vergonzoso del verde o amarillo.
Compasión
por el niño que envejecía cuando crecía
Alegremente
Por
sus rostros que olvidaba, y capa tras capa acumulaba,
Máscaras
más caras para el padre,
Por
el viejo que era un niño.
Compasión
porque al envejecer
Sus
hijos dejaban la casa poco a poco
Y
era un niño abandonado por sus padres.
Porque
no jugó mucho con sus hijos
Y
mayores no platicaron suficiente
Como
no lo hizo con su padre cuando éste lo buscaba.
Compasión
por su falta de sueño
Porque
en él se reencontraba con mamá y con
papá.
Por
la belleza de la prostituta
Y
por su comprador.
Por
los pobres y los ricos
Su
miseria y sus hambres tantálicas sin fin.
Por
el albañil que construía
Palacios
que jamás alcanzaría
Y
se consolaba con el retorno a su barraca
Bajo
el alba azul y la cúpula del sol de oro
Como
si el mundo fuera su palacio.
Por
el humilde jardinero que amaba el jardín dorado
Como
si fuera suyo
Y
las rosas a él solo esperaran
Y
sólo a él dijeran sus cósmicos secretos.
Por
la juventud que esplendía
Sólo
un día como un dios.
Porque
Dios era sinónimo de eterna duda
Y
Él mismo de su Padre al fin dudó
Mas
no del éter de la eternidad.
Por
los dioses olvidados por sí mismos.
Por
la vida que vivía por la muerte
Porque
ésta se compadecía de la decrepitud y enfermedad
Porque
servía al renacimiento
Sin
ninguna comprensión.
Porque
así fue hecho el mundo.
Por
los pueblos eternamente engañados
Por
gobiernos de izquierda o de derecha.
Compasión
por las madres que no podían dar a luz
Esta
oscura luz de la resurrección.
Y
una cósmica compasión por los padres que perdieron a sus hijos
En
la pérdida del alma del país: Catástrofe universal de la biolencia
Porque
un hachazo cósmico
Les
tajó la continuidad de su inmortalidad
Y
estaban verdaderamente solos
Solos en el infinito.
Y
los padres azorados de los jóvenes suicidas
Por
el profundo sinsentido.
Compasión
por su compasión.
Por
Él mismo que es el Infinito.
Que
es su Padre.
Por
los bosques que se esfuman:
El
insomnio de sus aves.
Por
la aceleración del tiempo
Que
lo arrastra a su final
Arroyo
cayendo en el hoyo oscuro de su yo.
Por
los mares y los lagos que son sólo secas cicatrices.
Por
el cosmos y su gravedad en grave edad.
Compasión
por las piedras del camino que no quería pisar
Obstinadas
en no llorar ni hablar
Por
su brillo o por su opacidad.
Compasión
por la mala hierba que arrancaba
Como
jardinero
Porque
no era mala y no tenía lugar.
Compasión
por el iluso
Y
por quien no tenía ilusión ni creía en Dios.
Compasión
por la alegría
Que
no debía perder (ligeras alas).
Compasión
por él y por la compasión
Que
no olvidaba la ironía.
Compasión
por los poetas pedantes y grises como campos
Infestados
por los grillos.
Compasión
por sus amantes porque sus peleas
Debieron
terminar en risas.
Y porque amó a quien no debía
Y
a quien debía de amar nunca la amó.
Me pidió un hijo
Betsabé
Me dijo Betsabé que quiere un hijo mío
Y sin pensarlo mucho le he dicho que sí
Ambicionando sus tesoros
Diosa Madre de formas calipigias
Que guardan el secreto de la vida
Y derrotaron a la muerte.
Tiene dos enormes lunas de almíbar:
Rebosantes gotas de Vía Láctea,
Su vientre dorado es tierra de leche y miel
La pradera encendida del Paraíso cuando me
llama,
Y su gruta esplendorosa confirma que es la
Diosa.
Sus piernas son más hermosas que las playas del
mundo
Donde recala el mar del universo
Y el infinito insaciable de mis versos.
La vi desnuda bañándose en la azotea bajo la
luna llena
Pensé que era la misma luna que había bajado
frente a mí
Ah, Betsabé, bésame Betsabé.
Ve lo que me has hecho:
Abandoné mi reino, y olvidé la guerra
No eres la hija de mi juramento
Si no la madre de los secretos de la vida y los
misteriosos designios del Señor
Que extrañas pruebas siempre pone perturbando
nuestra luz
Como si no pudiera vivir sin lo complejo
Como si ya la luz no fuera el perdón de esta
oscuridad
Quizá quiere palabras para rehacer el mundo
Quizá esa es su razón pues indudablemente
De esta historia se ha desdoblado otra vez el
Ser.
Para que no perdamos ese hijo Betsabé,
Y que nuestros hijos no se asesinen entre sí
No mataré a tu esposo
Pero tú te separarás y serás libre,
Pues de por sí no bebes su agria leche
Ni fermenta tu ánfora de fina porcelana.
Salomón nacerá libre de toda culpa y escribirá
otro gran canto de amor
Otro Cantar de los cantares superior y eso mejorará
este mundo
A pesar del Señor, pues no seguiremos sus
intrincados caminos por la oscuridad
(Ahora que nos guía la estrella de Belén,
renacerá otro Mundo),
Y quedará satisfecho, Betsabé
Porque ya alguna vez nos enseñó esa lección.
Tu amor ahora nos terminará de perdonar.
Ah Betsabé
No abandones mis palabras Betsabé
Sólo bésalas en la boca para sellarlas con tu
salvia de oro y luz
Con la saliva profunda de la eternidad.
Es un canto[1]
Hay
un canto que si dejara salir
Rompería
el cristal del universo
Es
un canto que guarda todo lo que he querido amar
Y
no he podido
Hay
un canto que ha amarrado mi verdadera pasión
Tan
poderosa que al sol derretiría
Desbordaría
los océanos, terminaría el infinito.
Un
canto que esconde todo lo que he querido solitariamente
Y
que si hubiera tenido su otro igual correspondido
Aquel
se hubiera transformado
En
un lago, una estrella, otro planeta
Que
hoy no existe.
Hay
un canto que enlaza las más bellas y mejores
Canciones
en el mundo
Pero
que no se agota
Es
un canto tan alto,
Que
hace brotar los hongos en la luna
El
hades en el cielo
Y
el paraíso en las palmas de tus manos.
Es
un canto que es las almas de los muertos renacidos
Es
el canto de todos los deseos incumplidos
Es
el canto que nos levanta
Cada
día para vivir
Y
que sabia, humildemente se conforma con callar
Para
no afectar el cuerpo que lo carga
Pues
sería por todos destrozado como un loco.
Es
el canto que cultiva mi jardín
Y
hace aparecer sus flores
En
otra constelación
Y
en la galaxia perlada de tus senos.
Tan
hermoso es este canto e inmortal
Que
he decidido soltarlo poco a poco
Para
que no se muera con mi cuerpo
Al
que hace longevo y sin final
Para
que cuando yo me vaya salve al mundo
Es
un canto que todas las lenguas del orbe
Apenas
contendrían
Que
expresa todas las teorías que pudieran existir
Y
el secreto más profundo de la vida.
Es
el canto que he escrito para ti
Y
que sólo por ti podría ser contenido y cuidado cuando salga.
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