MAŠHĪT
Lo mismo da
que sea en Egipto, en Nínive o París.
Que diques de soberbia los resguarden
o escondan sus anillos en la legua de
los gatos.
Lo mismo da
que una egregia máscara ilustrada
adorne su obsceno bienestar
que aniden en el
légamo
o tuerzan sus miembros en vagones
saturados.
Lo mismo da
que esté escondido en nublos
plazas
muchachitos
aguardando el mandato.
Da lo mismo:
Mi luz
tan pálida
inunda esos cuerpos
llevándome en el puño el corazón con un
suspiro.
El empuje de mi aura desbarata
construcciones
ahoga
en pánico callejas.
Mi paso cimbra las baldosas
mis pupilas emanan turbación.
Al unir las yemas de mis dedos
abato sobre altivas nucas cascadas de
ardientes pedernales.
Brocal de cólera resbala sobre rostros.
El tajo de mi daga
mancilla brisas
muros
primogénitos.
Soy quien cumple los decretos
quien despliega el producto de la ofensa
quien recorre de púas las entrañas
quien labra monogramas en las frentes
infractoras.
Mirando, purgo de rastrojos superficies
rompo las madejas de los cuerpos.
Da lo mismo:
Ellos yerran.
Él castiga.
Yo obedezco.
SĀRĀF
Serpientes aladas resguardan las dunas
no salgas del pueblo
al fondo en las fosas que anegan arena
se encienden figuras
las crea el calor que emanan los seres
presienten tibieza en tu aliento
presienten empuje en tu sangre
su erecta figura calcina los soplos
por eso en su entorno se crea
un vacío abrasante
un silencio que muerde
que hace explotar cada poro en la piel
cada cuerda en la entraña
que obstruye pulmones
que aprieta el bulbo cardiaco
que seca la piel
y
el respiro
no
salgas del pueblo
serpientes aladas te aguardan en dunas.
SEKHMET
Señora del fuego en las fauces
gran soberana del trueno
tu, la del rostro rugiente
tú, de melena formada por hilos de
sangre
tú, la del níveo colmillo
tú, ganadora en contiendas
a ti imploro:
¡Piérdelos!
que se astille el cristal de sus ojos
que se hunda en los pozos su anhelo
que se tuerza su sangre
que se pudra el vigor en los brazos
que mil pústulas manen sus carnes
mal augurio arañe sus frentes.
Oh señora
tu fragor amamanta mis venas
somos tus hijos
danos la victoria en la batalla.
KILILI
Ven, bienamado
acércate al muro
Kilili
sha apati
Kilili
te espera
palpa mis muslos columnas
ábrelos
sáciate en el fondo de su abismo
Kilili
mushirtu
sumerge tu deseo en las paredes
son para ti sus grietas
te besan
te
beso
se abren
me
abro
Kilili
nehasim
Kilili
te abraza
soy la muralla que te ciñe
te trago en el abrazo
te llevo hacia mi seno
Kilili
uruki
Kilili
te engulle
mi ciudad es ardiente
sus cimientos son sangre
de jóvenes
guerreros
su argamasa sus vientres
sus baldosas
son músculos
la suave cal que la adorna
es residuo de sus pieles.
Te amo, hermoso
mi ciudad está viva
mi ciudad eres tú
y todos mis amantes.
(Para Juan Carlos Cabrera Pons)
KRATEROS
Porque todo fue creado con violencia
es terror
quien tiende los cimientos
es larva la agonía que calcina los rizomas,
sus
ramas
sus racimos ovillados
el centro.
Porque todo es invadido de arrebatos
se desborda
abre cauces de ponzoña en las arterias
porque en ella caben convulsión y su remanso
porque crea al tiempo que destruye
porque en densa pupila
cohabitan el hedor y la dulzura.
Porque aquél que sorbe un poco lo divino
corrompe y dignifica sus entrañas
porque todo lo que toca la Presencia
es
acre
duro
dócil
cruel
violento.
Porque inspira las acciones más atroces
porque en su ala se pergeñan las plagas impensables
por oscuras
porque un golpe de su vista desgarra con sus filos
porque llega
y descuartiza
como bestia salvaje a su trofeo.
Porque es áspero
impetuoso
coraza que destruye
porque es intolerable
y
delicado
enorme
hiriente
suave.
Porque es larva de agonía entre los huesos
porque es pavor que tuerce los raigones
porque envuelve en sus heces que seducen y
atormentan
porque todo lo adecua a su contorno.
Porque todo fue creado con violencia.
Roxana Elvridge-Thomas |
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