Por Juan López Cortés
(poeta mexicano)
(poeta mexicano)
Inmersiones de un lector
A un poeta en ciernes
Entro a su primer libro. Suma y residuo de años.
Las fechas encienden la memoria.
El aire anuncia sótanos, donde enviuda
la luz.
El recuerdo de un hecho
falsamente olvidado hace sangrar la página.
Máscaras
Un rostro,
después una palabra, luego
otra.
Rostro lleno de calle, calle
llena de rostros,
y al acecho mis palabras atadas
a su enmudecimiento.
Llevas tu rostro,
hacia donde lo entrañable juega
el juego de las identidades.
De escombros también se hace la
luz
A Jean Turpy
Veo cosas,
adheridas a su piel, y a su
delirio,
cosas que acuden a ser vistas y
mundean su mirada.
Hablan de opacidad, enmudecen
el ojo,
y se congelan,
en el alto mirar de una mirada
altísima.
Atrapadas en su peso,
—en un falso diagnóstico de sí
mismas-
otras cosas se miden con el
cielo.
El tiempo luce escombros,
y ciertas cosas hinchan sus
miserias,
justo al alzar su vuelo unos pájaros
sueltos.
Entretiempos
Me veo,
sé que voy al fracaso, pero busco.
Intento guardar en un instante,
cierto cuarto de siglo.
Resacas de otros libros
rondan mi libro, mientras
escribo.
Ahora puedo decir lo que llevo,
lo qué ha quedado,
y lo tantas veces pospuesto.
La entrañable morada
Me asomo a tu cuerpo.
Pasa el silencio con ganas de
quedarse,
pero la bestia que habita en mí,
lo espanta.
Aparentemente por nada, me
dices:
pronto será tarde,
demasiado tarde, tardísimamente
tarde.
A lo lejos,
una muralla de agua oculta
nuestra casa.
¿La realidad me llama?
Me asomo.
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