sábado, 1 de abril de 2023

Nueve poemas

por Jorge Valdés Díaz-Vélez
(poeta mexicano)



CAP D´AGDE

Para llegar pronto a Cap d´Agde
hay que cruzar el cementerio.
Son diez minutos a buen paso,
sin detenerse a descifrar
los nombres propios o las fechas
del laberinto de epitafios:
lápidas rotas, profanadas
alas de ángeles custodios
frente al salitre de las criptas.
No es un trayecto que resulte 
pesado cuesta arriba, o se haga
en absoluta soledad.
Están los pájaros, el canto
de los cipreses. Y el enigma
de un alfabeto gris, tatuado
en cada punta del camino.
Hay que pagar peaje a la entrada,
pocas monedas que permitan 
abrir la puerta de salida.
La que conduce al mar, no ésta
que lleva sólo hacia el principio.



NEGRO SOL

–et mon luth constellé
Porte le soleil noir de la Mélancolie.
                                                   Gérard de Nerval

Nadie nos dijo que sería
fácil andar sobre esta tierra, 
que los senderos a la muerte
son un atajo hacia su cúspide,
o que el dolor del alma hiere
las soledades que nos restan.
No hubo advertencia en los antiguos
nombres de la melancolía.
No eran presagio: «bilis negra»,
«tristeza sin raíces», «duelo
frente a una pérdida intangible».
Pesa la tarde en el sentido
de su cancelación. El nuestro
nos lo ha enseñado un sol más duro
y hemos tenido que aprender
a caminar con él a cuestas.



CRUZ DEL SUR

Arden las hojas del otoño
en la humedad crepuscular 
de Buenos Aires. Contra un parque
dividido por tres colinas, 
la opacidad de su belleza 
busca en follajes la mirada
que acompañó la luz. Las lámparas
doradas guardan sus memorias 
y encienden sombras en el césped. 
Al atardecer se disponen
el horizonte de cortezas
y el suave tacto de los ojos
para construirse otra estancia 
con los pájaros. En silencio
subes las calles y regresas
al canto de la noche. Queda
entre tus labios el murmullo
que al abandono pronunciaste,
la rozadura de palabras
dejadas en la soledad
de un cuarto cálido, ya oscuro.
Áspera en su constelación,
la Cruz del Sur abre sus puntas
mientras aguardo tu llegada
porque no eres tú quien ha vuelto
a resplandecer junto al eco,
sino tus huellas hondas, tenues
fragmentos de un espejo en llamas 
que te observó al entrar a ciegas
en las membranas del deseo.



TE QUEDASTE

Reluciente, con la mirada
puesta en los altos ideales
de una primera juventud, 
en el anuario, al fondo, atrás
de la Enciclopedia Británica
y los cuadernos con poemas
de amor oscuro que enmohecen
junto a medallas y trofeos,
al final de la estantería
tocando el cielo raso, allá
entre las páginas dobladas
por las esquinas de tu nombre,
encima de los soldaditos
de plomo, sobre un álbum donde 
tímidas manos recortaron
los perfiles de tu nobleza,
debajo del polvo, debajo
del agua inmóvil de los atlas
donde jamás habrás de hallarme.



NADIE
Para Piedad Bonett

Volví a Ítaca, a sus médanos
de bruma evanescente, al sol
que la traspasa y a las calles
que mi memoria soñó hermosas.
Degusté el sexo de los higos,
la pulpa de un dátil, el cálido
resplandecer de la aceituna.
Fui un extranjero entre los míos.
Nadie advirtió que tras la máscara
tallada por la espuma, iba
yo, el heroico (ese mendigo
sin sombra que salió una noche
de lágrimas al mar) Ulises,
el pródigo en historias vuelto
del más allá de su leyenda.
Antes que el alba, regresé
a la costa y enfilé al sur.
No reconoceré los muelles 
a donde vaya mi deliro.
Sólo sabré que estuve en Ítaca
para reinar sobre mi espectro.



PARQUE MÉXICO

Un dulce olor a primavera
entró al crepúsculo sin sombras.
Cuerpos de joven insolencia
van abrazados a otros cuerpos 
debajo de las jacarandas.
Han empezado a florecer
antes de tiempo. Morirán
también sus pétalos muy pronto,
memoria en ruinas del verano
su sangre aún por reinventarse.
Pero hoy me muestran su belleza
con certidumbre, la esperanza
del resplandor violáceo y tenue
de su fugacidad perpetua.
Se adelantó la primavera.
Llegó de súbito su aroma
como la luna entre las ramas
y este dolor al fin del día.



URBAN BLUES

No es la impureza de las calles
ni la mañana en que agonizas. 
No es la ciudad lo que te mata.
La del amor que se corrompe
en las fachadas de neón,
la que violenta los latidos
del aire intoxicado. No
es el horror que tu silencio
trató de alzar en sus escombros. 
No son sus plazas ni sus muros
o el puñal de la lluvia. Nada
tiene que ver con el desgaste
de tus pasos. No es la ciudad
ni el estertor de sus columnas
clavadas en el agua seca
y excluida del mar, la última
piedra de tus incertidumbres.
La evocación de su artificio
habita otro lugar. No es ella
la que te ve salir con vida
ni la que habrá de arrebatártela
un día más, un año menos.
La de la falda de serpientes
sabrá de ti cuando te duermas,
te ha de ignorar cuando despiertes, 
cuando retornes, cuando partas
el aire indócil de tu espectro. 
Tras de las máscaras del día
te muestra en vano su inocencia.
La de la rabia soterrada,
la del presente sin ahora,
la que fundó un imperio en otro,
con qué fragmentos de cual témpano,
de qué ficción o pesadilla.
No es tu ciudad la que tú crees
que aprieta el nudo corredizo, 
o hunde el metal por donde pasas
ajeno a su esplendor, ausente
de ti, muriéndote de vida.


VIERNES

Las plegarias desencadenan
el duro golpe del redoble.
Lastran en su dolor la imagen
de la miseria y la piedad.
Suben eslabones y lámparas 
votivas. El incienso empuja
la palidez turbia del aire
hasta llegar al campanario.
El Cristo de madera, en hombros
alzado, entre la multitud
trasciende un año más, ocurre
por la saeta y la esperanza
al Callejón de los Milagros.
Vibra la piel de los tambores
en el pecho. Dios por testigo,
sentencia uno, y continúa
pesadamente; asciende, sigue
la procesión hacia la Nada.



PURPLE RAIN

entre piadosos,
remotos murmullos de tormenta
       Rubén Bonifaz Nuño

Para Ana Istarú

Fuera de sí, de todo cuanto 
existe, acaso inadvertida 
por la lluvia, toma su copa
con brusquedad y habla con alguien
por el móvil sin que le importe
que la vean llorar. Agita
el húmedo cabello, cierra
y abre las manos en su sombra
para escuchar al que no está
con ella. Le tiemblan los labios
y el corazón tal vez le tiemble
al sollozar, cuando la voz
del otro lado la maldice
o le reclama, o quizá llora
también, pidiéndole perdón;
o suspire y caiga en silencio
lejos de aquí, desde el vacío
de algún solar inhabitado
bajo la piel fugaz del trueno.



Jorge Valdés Díaz Vélez  © Archivo
Poeta, humanista y diplomático mexicano nacido en Torreón, Coa-huila (septiembre, 1955). Ha publicado dieciocho libros de poesía. Entre otros: Jardines sumergidos (México, Colibrí, 2003), Tiempo fuera (1988-2005) (México, UNAM, 2007), Los Alebrijes (Madrid, Hiperión, 2007), Kilómetro cero (Saltillo, Universidad Autónoma de Coahuila, 2009), Qualcuno va (edición bilingüe español-italia-no) Foggia, Sentieri Meridiani Edizione, 2010), Otras horas (San-tander, Quálea Editorial, 2010), Herida Sombra (Monterrey, Post-data, 2012), Parque México (Sevilla, Renacimiento, 2018) y Sole-dad en llamas (Torreón, Instituto torreonense de cultura, 2022). Se le han otorgado el Premio Latinoamericano Plural (1985), el Pre-mio Nacional de Poesía Aguascalientes (1998), el Premio Interna-cional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2007) y el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado (2011). Ha sido traducido al árabe, francés, griego, italiano, portugués, ne-erlandés, rumano e inglés. Parte de su obra está incluida en nume-rosas antologías de poesía mexicana e iberoamericana publicadas en México y en otros países de América Latina, así como en Bélgica, España, Reino Unido, Italia, Grecia y Marruecos. Es miembro dis-tinguido del Seminario de Cultura Mexicana, miembro honorario del Sistema Nacional de Creadores de Arte y consejero editorial de diversas revistas universitarias. Como Miembro de carrera del Ser-vicio Exterior ha sido director del Centro Cultural de México en Costa Rica y del Instituto de México en España, países donde ade-más fue Consejero cultural. También se desempeñó profesional-mente en las embajadas de México en Argentina, Cuba, Marruecos y Trinidad y Tobago, y en el Consulado General en Miami, Florida, Estados Unidos de América.


4 comentarios:

  1. Una gran satisfacción leer esta bella selección de poemas del gran poeta mexicano , sensible, sencillo y elocuente. Muy merecidos!

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  2. Exquisita poesía, brota de su sensibilidad subyugadora.
    Gracias por escribir con belleza.

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  3. Brillante. Uno de los mejores poetas latinoamericanos. Gracias por esta significativa muestra de su obra

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