Por José Manuel Recillas
(poeta mexicano)
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Exiled for ever, let me mourn;
where night’s black bird her sad infamy sings,
No nights are dark enough for those
that in despair their lost fortunes deplore.
INO SÉ CÓMO LA NOCHE INUNDA EL ALMA,como si no más sombras en el tiempohubiese, y todo en vano fuese el purofirmamento enmudeciéndolo todo,y sólo hubiese el canto enloquecidode un ciego atardecer sin primaveras,eternamente afónicas y secas.Pero los ojos vagan, intranquilos,interrogando, de algún modo, al tiempo,desde otro calendario, detenido,inamovible como la mareay el impasible ocaso del silencio,pensando en las figuras retenidasde otro modo tangibles y recónditas,al eco vivo en vaho convertido,irrepetible y acechando comola misma noche en que todo se vuelverumor de olvido e indeclinable verbo,palabra que no puede navegarsalvo entre el laberinto de la nochey algo que entre las manos es apenasun soplo detenido y sin destino.Hay algo allí casi invisible, insomne,creciendo sangre adentro, y horadandola vida misma, infatigable y sorda,surgido de un crisol endemoniado,sulfúrico y dispuesto a la batalla,horrísono soldado, o general,dispuesto a la derrota, a cualquier costo,irreparable, como un huracánsin ruta ni destino, pero en guerraperpetua contra el mundo... contra símismo, terrible navegar de un veroculto ahora de sí mismo, en ruinas,luchando en soledad y sin destino.Ese vagar por un desierto internoes ya el destino preparado y ciego,sin fin, y casi ingrávido, sin tiempo,como una imposible navegaciónsobre un océano púrpura e insomne,como aleteo de un oscuro fin,de algo que ruge, silencioso, en ella,y no hay gobierno que su avance pare,como si quien habita ese silenciono fuese ya quien una vez sentidoy regla al mundo dio con su presencia,como si ya no hubiese más resguardoque el inválido azul de un cielo mudoque sólo es noche,sombra,eternidad.IIY EN VANO ESTÁ LA DOLIENTE MIRADAoteando el horizonte hacia el futuro,como el volcán que lanza, irracional,su lenta furia hacia la vaga lunaplanetaria de sagas y leyendas.Y duele ver las sombras impertérritassembrando la discordia en este templo,el de tu cada vez más pequeño cuerpo,el trémolo silencio en que memoria,y tiempo, y disonancia, en tu cabezasu oscura lengua, indetenible, graznadejando en tu interior un eco comode cuervos inmorales y de nochesengullendo tu nombre y tu recuerdo,dejando una bandada, en plenas sombras,de oscuros sacerdotes desbandadoscelebrando tu exilio y tu abandonoal flujo proceloso del silenciopues, aunque haya en tu boca algún sonido,como un dolor naciente y resecado,no hay ya más que el recuerdo de algo tibio,y rojamente inconmovible y vivoque alguna vez tu nombre recibió.El canto y la palabra por ti quierenel vuelo levantar, pero no pueden.Segados por completo de la tierra,como la perniciosa flor silvestredesamparada, al pie de toda noche,de todas las murallas y relojes,devorándolo todo, porque sí,que nada dice y siempre está presentecomo un sedente dios de los olvidos,pareciera callar como los túmulos,cuando más necesita alzar el vueloy ser destino, y tiempo, y sinfonía,y tu resguardo, y yelmo, y primavera.Y en tierra yerma convertida toda,como un ahogado grito ante el ocaso,no sé con qué palabra he de nombrarte,la sombra de una sombra en que te has vueltoy apenas algo queda de quien fuiste,hogar que ya no alberga ni a mis sueñosy de los tuyos ya no sé qué quede,un balbuceo ensimismado y turbio,en guerra con ti misma y contra todos,y no sé con qué mano defendertede ti misma y del mundo que te ofendey te provoca este vagabundearcomo si ya no hubiese en ti un hogaro una techumbre para tu cansancio.No sé qué ver, ni a quién, ni sé ya el cómo,que tu herida compense o recompensecon ser quien fuiste, y rumbo y sino déa tu vagar por no sé qué recámarasde un navegar que no tiene destinoo puerto de llegada, más que olvido.¿Y quién te va a decir que no sea yo,que en Clipperton viví antes que tú,y sólo de naufragios, y derrotas,y destruidas ciudadelas sé?Sólo la sal del mar sabe nombrarnos,y este hundimiento es mutuo, y no lo sabes,pero a vinagre en una esponja sabe,a sangre coagulada entre la noche,como una autopsia siempre a pecho abiertoque no tuviese fin, y sin aliento.(Y sé que no va a amanecer jamás,las noches todas del cretáceo lleganen tropel y se acumulan en mícomo un festín de quienes siempre me hanodiado y, malnacidos, no lo ocultan.Apenas saber pueden del dolor,del mudo navegar en la derrota,de la lanza romana en el costado.)La mano extiendo y sé que sólo hay nada,un foso hambriento de tinieblas mudas,y sé que está callando para siempreese jilguero en que se regodeabatu canto maternal en sombra envuelto,sin tiempo para lágrimas o el duelo.No sé cuántas etapas de descensoaún nos queden entre noche y lluvia,pero el hendido pecho que no vesintenta el aire respirar por ti,el paisaje observar y caminarlocontigo y nadie más, como quien vivela noche última del primogénito.III¿QUIÉN PUEDE VER LO QUE TUS OJOS VENsin extraviarse o un náufrago volverse?Quisieran estas manos impedirel deambular en que tus pasos se hunden,iluminar la noche vuelta día,caliginosa letanía innobleen que el pasar del tiempo ya no pasa,sólo pesa y lo descompone todo.Ausente en tu vagar no sé qué ves,en qué estridulación te estás perdiendoni cuál arena está contando el tiempoy su ceniza peregrina y muda.Está la lira sepultada en lodo,y apenas encender el fuego puedo,como si en el descenso me arrastrases,y toda palinodia hubiese muertocomo un jardín abandonado y yerto,y un yo que ya no es mío me sepultay en un chirriar de noches silenciosastan sólo me condena una vez mása verte deambular ensombrecida,como una llama que no abrasa más.Y el canto encenizado y las vacíasmanos apenas pueden algo hacer,tal vez temblar o prepararse a solaspara perderlo todo, una vez más,en la derrota y la condena a seruna debilitada flama en mediode algo que muerde sin piedad al serdejándolo en la arena de un relojmidiendo sólo un tiempo detenido.No sé cómo nombrarte y conocerte,verte gorrión volátil y a lo abierto,a lo canoro y mendicante dado,no sé qué está quedando en este erialal que los dos estamos condenadoscomo un derrumbe inexorable y fierode vagabundas horas encerradasen una ergástula insepulta y fría.Estás aquí, y al mismo tiempo no,y sé que esa es tu voz, y tu mirada,y algo los dos hemos perdido juntos,y un abismo de noches insondablesardiendo está como un invierno eterno.Tendría que salvarte de ti misma,aullar la noche entera para oírte,no deambulando, solitaria en ti,las muchas que te pueblan errabundas.Tendría que palabra y verbo ser,algo más firme que el suelo que pisas,alianza nueva para alzar el vueloy organizar la algarabía nuevadel sol en medio del incendio aladoal que todo lo vivo destinadoestá como al principio de los tiempos.No sé por qué la noche está en mis ojos,siempre naciendo en mí, sin mi permiso.No sé por qué la noche o tu vagar,no sé por qué, no sé por qué la noche...IVNO SÉ QUIÉN PUEDA NOMBRAR, en verdad,este dolor. No sé desde cuál cúspideo templo de abandono casi olímpicodictada fue esta marmórea sentenciaescrita por la fúrica deidadde todos los senderos clausuradosa cuyo oscuro nombre consagradoestá el olvido y una vida indignade ser llamada vida —apenas sombra,apenas alma o corazón sin nombre,algo que aún no sé cómo llamar—cuando el ocaso entremezclado lleguecomo el cansado vuelo de las aves.En tinieblas morar dejadme entonces; el piso tristeza será,el techo desesperación que me aparte de toda luz alegre;de mármol negro las paredes, que aún humedecidas llorarán;y mi canto, en infernal cacofonía vuelto, destierre todo consuelo o sueño.25, 26, 27 DE JUNIO DE 2020VHAY UNA VELA QUE SE APAGA AL FIN,también las flores se despiden mudas,el huracán furioso se apaciguay hasta el furor del fuego se termina.Me quedo con las manos derrotadas,con el beso atorado entre los labios,como un ejército marchito en balde,con el cantábrico apellido encimacomo si toda Gaza hubiese ardidoal lado de Cartago desde siempre.No hay pila bautismal que te regrese,y estoy en pura brasa consumiéndomesin más destino que un pabilo seco.2 DE FEBRERO DE 2025VIPOR CUATRO NOCHES SEPARADOS, juntosal fin, y treinta años de distancia,los padres que de siempre fueron míostambién Allá lo fuesen para siempre,ya sin llanto y sin dolor tambiénestarán por mí aguardando, reunidos,mi ya no estar en este mundo al fin,por cuatro noches separados… cuandono haya ya quien escriba lo que falte…6 DE FEBRERO DE 2025
Alicia Recillas, breve homenaje fotográfico
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Alicia Recillas - Hacia el jardín secreto ca.1999 |