De la guerra sin fin,
Ordenaste el fusil
Y mataste a cien mil,
Y si fuera por ti
Matarías a un millón,
Y te irías a esconder
Detrás de tu sillón.
Tú, que no has hecho nada
Que no sea destruir,
Vienes a mi ciudad
A crear ansiedad,
Impones tu voluntad
A través de un alfil
Das la vuelta y te alejas
Sin mostrar el perfil.
Gran simulador,
Tú sabes mentir;
Sombra en la oscuridad,
Sin facciones ni edad,
Cambias de identidad
En tu doble moral,
Pero yo puedo ver
En tus ojos el mal.
Ajusta el gatillo
Que otro va a disparar,
Ve a tu casa a dormir,
Tienes que descansar,
La mesa está puesta,
Ya puedes cenar,
Tantos jóvenes van
A morir por tu pan.
No hay nada más cruel,
Nada más inmoral,
Niños con armas
Que tú les das,
Tu vida es obscena,
Vacía, fugaz,
No tienes perdón,
No lo tengas jamás.
Es tuyo el horror,
Y es tuyo el ritual
De ese juego mortal
Donde todo es irreal,
Donde no hay un rival,
Donde no es personal
Recibir una bala
Directo en la sien.
Los de mil, los de cien,
¿pagarán por tu alma
Cuando mueras también?
No tendrás funeral,
Ni quien llore por ti,
Tus alfiles se irán con
Otro mejor postor.
Algún día morirás,
Tiene que suceder,
Volverás al estiércol
Que te hizo nacer,
Nadie va a lamentar
Cuando mueras, cabrón;
Y del desierto al que vas
No regreses jamás.
Compuesta en Londres, Inglaterra, en diciembre de 1962
Alvarado, Los Mochis, 9 de febrero de 2011© Bob Dylan © Cosme Álvarez
HOMBRE DEL TAMBORÍN
(Mr Tambourine Man)
Hombre del tamborín, toca para mí,
no he dormido y no
tengo sitio adonde ir.
Hombre del tamborín,
toca para mí,
en el día tintineante
yo te habré de seguir.
El imperio de la tarde
a la arena regresó,
de mi mano se esfumó,
ciego y quieto me dejó
pero aún sigo con
sueño;
mi cansancio me
sorprende más,
tengo heridas en los
pies, sin amigos ni interés,
y la calle en su
aridez mata los sueños.
Llévame en tu
embarcación de mágico vaivén,
mis sentidos no están
bien, ya mis manos son de quién,
y mis pies sin un
sostén
sólo creen en mis
talones para deambular.
Estoy listo para irme
ya, listo para no volver,
en mi alarde quiero
ver tu conjuro danzador,
prometo someterme a
él.
Aunque escuches una
risa ir discutiendo bajo el sol,
contra nadie hay
intención, es solamente una evasión,
y salvo el cielo
no hay barrera
haciendo frente.
Y si escuchas vagas
huellas de algún torno saltarín
al compás del
tamborín, sólo se trata de un bufón,
no le daría mi
atención,
lo que ves es una
sombra que él persigue.
Hazme luego
desaparecer a través de mi invención,
Bob Dylan (Duluth, Minnesota, 1941) © Douglas R Gilbert, 1964 |
bajo el tiempo en
destrucción,
lejos del ramaje gris
de arboledas sin raíz,
de la playa de aire
cruel,
que no llegue este
cincel de pena insana.
Bajo el cielo
diamantino ir bailando sin parar,
enmarcado por el mar,
una mano en libertad,
con los recuerdos y el
azar en profunda oscuridad
quiero olvidar el día
de hoy hasta mañana.
Hombre del tamborín,
toca para mí,
no he dormido y no
tengo sitio adonde ir.
Hombre del tamborín,
toca para mí,
en el día tintineante
yo te habré de seguir.
Compuesta durante una gira por California, Estados Unidos, en febrero de 1964
Micrós, D.F., 9 de febrero de 2003
© Bob Dylan, © Cosme Álvarez
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