jueves, 1 de diciembre de 2016

Derrumbe de los días


Por Eduardo Cerecedo
(escritor mexicano)




I

La campana blande del día, una naranja partida de sol que bebe el viento al primer grito de sopor, el tiempo hiende su diente suave al fulgor  de los que caminan hacia la ciudad, mantas y mantas recubren el vacío del aire por afilar  la voz de piedra, una estatua de ciudad avanza en su vértigo, declina la angustia en los ojos, justicia, justicia a los olvidados claman los campesinos que fuman delicados, el café lo llevan en la sangre, allí donde el corazón maja lo recóndito de su fuente. “Pinches güevones”  gritan los del sentra rojo que más adelante se impactan con el materialista cargado de asfalto para resanar lo irresanado, allí cambia el viento de dirección.

II

Comanda la furia, los cables, los teléfonos, el internet, los diarios  amanecen rojos, amanecen con un aire  desfigurado, el temblor de los árboles baja con la sombra del día que avanza hacia algún cártel, hacia la plaza pública, hacia los malecones, hacia plaza galerías de alguna ciudad partida como el limón sobre la mesa de la tarde.
Amargo el tiempo se desfigura en los rincones del vértigo. Dan las noticias por la radio y la voz del locutor se enardece, traga saliva para subsanar el nudo en la garganta ahogado aún más por la corbata.
Mientras los partidos políticos afilan sus armas para enlistarse en la terna de convocantes. Nada hará que la economía se venga en picada como al inicio del proyecto presidencial. Así otea la circunstancia sus adornos cotidianos.

III

“Otro colgado del puente”, dicen los encabezados de los diarios, la nota que se presume tenía el cadáver, ha caído al río. Portadas y contraportadas lucen el crimen del país. Finalmente agregan “Enamorado no correspondido decide quitarse la vida”. Se lee en la nota encontrada en la bolsa izquierda de su pantalón. Los tenis del occiso desaparecieron, los calcetines amarillos del club América, presumen de un par de moscardones que vuelan de los pies a la cabeza.

IV

Con música de Ramón Ayala avanza el tiempo montado en su circunstancia o puede ser cualquier ritmo, la cosa es que el agua arde en las acequias  de la ciudad, se pudre la tarde que presurosa ha llegado a la cresta de las horas. Un mar de silencio explota en el aire. Sirenas dejan caer el décimo rasgueo del vacío en los estómagos de los habitantes. Es septiembre y se enardece lo patrio en la garganta, cantos, reclamando la unión de los países, la libertad de la voz, una  fecha que tatúa la niebla en la moneda al aire. Entonces Moncayo es un títere del corazón que se esplende a fuego lento en la sangre.

V

A guisa de soliloquio tartamudea el sol en los frutos regados en las calles, una florería es la cara solar de los ramos. Flores, veladoras, llanto el incienso que lame el clima por instantes. Mujeres derrotadas, niños en asombro, hombres a salto de mata se abren el pecho clamando venganza. En los ataúdes se va la siembra de temporal, se va la alegría prometida con la sonrisa apostada en la oscuridad, donde la luz más amarga que los imecas hacen de los ojos la pólvora que ha de brindar la imagen a los diarios para editar: llueven micros, un colgado más del puente equis, descabezados en el periférico, baleados caen en el boulevar de la zona costera. Los semáforos pierden el control  y el día parpadea para unirse al decir de la ciudad en su gente.

VI

Amanece roja la mañana, la ciudad reclama su aurora con vientos que hagan nuevo los minutos. Los periódicos se detienen en la cifra de los sin cabeza, de los sin brazos, de los sin piernas. Una portada de película de terror guardan hoy los ojos, también enrojecidos por enero, voces comentan lo ocurrido. Pero las horas cabalgan por el abismo del día.
Flores, aromas; chicles masticados cubren el piso, el sueño corre a lomo de camionetas, sirenas encendidas  le dan brillo a un sol que entre el cielo se esconde, como la moneda guardada al aire de José Emilio Pacheco. Así el hueco del estómago tal la sorpresa del hombre.
Sobre la ciudad corre el agua en sus nubes de azufre, como guardando lo de mañana, de nuevo aquí, frente al puesto de periódicos, la cita.

VII

Para el que no ama su patria, pero que daría lo que lleva en el pecho, para que sus reinos que la hacen, le den origen a su cuerpo. Aquí, allí, ahí, la ciudad, sus calles, imperio de encuentros: amorosos, furtivos, armados, políticos, plenos en campo de batalla. La muerte es un campo de perfume en sus muros, aferradas al camellón las jacarandas, bugambilias hacen lo suyo por cambiar la sangre por aromas iluminados que el aire riega en la mañana en ese vuelo de pájaros en otro tiempo, rayando la mañana con sus gargantas.
Cartuchos vacíos pulen las portadas de los diarios, cada vez más amarillos y no por la tarde que rabea espuma en los árboles de eucalipto, en higueras de la India arrodilladas a la barda mientras alguien corta sus entrañas.
El hombre atado al potro del temor, repara su corcel que hace y rehace en la memoria, allí abierta, expuesta al asfalto regada de frutos por las balas.
Eduardo Cerecedo
Tecolutla, Veracruz, 1962. Actualmente vive en Ixtapaluca,  en el Estado de México. Es Lic. en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, donde realizó la Maestría en Letras. Sus poemas y notas críticas, se han publicado en los  principales diarios del país y en revistas especialidades en literatura. Así como en Alhucema, (España), La Casa Grande (Colombia) y Maestra vida, en Lima, Perú. Poeta. Ha publicado los libros: Cuando el agua respira, 1992; Temblor mediterráneo, 1993; Marea del alba, 1995; Atrás del viento,1995; La dispersión de la noche,1998; Luz de trueno, 2000; Agua nueva, 2004; Hoja de cuaderno, 2005;  Nombrar la luz, 2007;  Festejar la ruina, 2011,  La misma moneda, 2011, Condición de nube, 2012,  Caracol vanidoso, 2013  y Asombro de la sombra, 2014, Trópicos I Antología personal, 2015, Trópicos II Tu cuerpo como un río (Poesía amorosa), 2015, Destrucción del amor (Cuentos), 2015 y Trópicos III. Zoología poética, 2016. Ganó El Premio Internacional de Poesía “Bernardo Ruiz” 2010 Nezahualcóyotl, Estado de México y El Premio Nacional de Poesía Alí Chumacero 2011 Toluca, Estado de México y El Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú 2012, Veracruz. Así como la Beca de Escritores con Trayectoria, por el Instituto Veracruzano de la Cultura/CONACULTA/Gobierno del estado de Veracruz, en 2002, 2006 y 2008. Fue colaborador de Sábado, Suplemento Cultural de Uno más uno. Colabora para la revista Bitácora. Imparte talleres de creación literaria en distintas instituciones del país. Fue director del Centro Municipal de Artes Aplicadas (CEMUAA) en Ciudad Nezahualcóyotl en 2012. Condujo el programa de radio Memoria y Celebración: Vuelo de palabras- por más de tres años- en Radio Faro 90.1 FM. Poemas suyos se ha traducido al portugués y francés.
Está incluido en Círculo de Poesía, Revista de poesía de Escritores Latinoamericanos, en Poetas del siglo XXI antología de poesía del mundo, 2015, por Fernando Sabido Sánchez en España.

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