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sábado, 1 de julio de 2017

Tres coplas y un soneto

Por Ricardo Yáñez
(poeta mexicano)





Yo no sé qué tiene el agua
de tu casa, que me sabe
a puro vino de agave.


Qué bonitas verdolagas
las que en un charco miré.
Aunque me hagas lo que me hagas
para siempre te querré.


Un dolor cuando es de amor
ni duele tanto, deveras,
se le encuentra encantador
de mil extrañas maneras,
me lo dijo un ruiseñor
que sabe de esas fronteras.


Pareciera que soy esto que soy,
pero soy otra cosa. Soy la rosa
y el zenzontle que vide esta mañana.
Soy la lluvia que cae en la ventana

y el limón que madura despacito.
Soy la música que hay en todo grito
y el rumor en que acaba toda ola.
Soy el ánima en Yáñez, ay, tan sola,

soy el ánima en llamas que hacia el cielo
dirige la mirada esperanzada,
y bien pensado vengo siendo nada,

una nada feliz que canta y canta
sabiendo que la vida que se acaba
es la vida que empieza, recobrada.

Ricardo Yáñez

Cuatro poemas

Por José Ángel Leyva 
(poeta mexicano)




La Guerra

Una canción para el caballo rojo que piafa de sed en los escombros
Un réquiem para el soldado que apunta el cañón con pulso firme
El enemigo huye con horror hacia la bala
La melodía nuclear dibuja con hollín el suelo y las paredes
con grasa de cuerpos que desintegra el resplandor y el estallido
Sobre los vidrios rotos el calor pinta siluetas
El avión los nervios las visiones el misil la mancha

Los proyectiles viajan como ángeles de fuego sin mensaje
Idiotas precisos en el arte de sembrar el caos

Un himno en lengua escrita hablada y en silencio
por la piedra que se aferra a la mano hasta romper una cabeza
Por la ira de David que va como Goliat por la victoria
por los motivos del otro contra el otro


La muerte

Perpleja la luz
se busca en el espejo
No hay huella en esa boca
No hay dudas
No hay voz
La palidez anuncia
los cascos presurosos del olvido


La peste

El micromundo respira sin pasión y siembra el caos
Retoña el mal en sus criaturas invisibles
dispuestas a matar sin que lo ordene nadie
La carcoma del odio por la oreja empieza

No hay asco en la lengua que supura
en el hocico de la hiena que traga y bebe del cadáver
en sus chachorros que gimen ríen chillan
Las bestias celebran el celo y la carroña

El miedo pudre la tierra y las ciudades
Asciende la infección de la garganta al ojo
Gira el planeta con gravedad humana
Da vueltas al revés como cabeza enferma


El hambre

Impaciente el hambre chilla
Nubes oscuras galopan a lomo de presagios
El sol arrastra la tarde desde muy temprano
La noche es roída por ratas de estómagos vacíos
Un pensamiento turbio y un corazón entre la niebla
La multitud se apiña en la escasez
Vuelan moscas entre vísceras al aire
Dientes sin abasto muerden por gravedad la tierra
Entre sí las formas vivas se comen por designio
En espiral asciende la gula de las larvas
Enfermas las células son huecos de la carne
El hombre es lobo del hambre y es el lobo

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José Ángel Leyva

jueves, 1 de junio de 2017

La rosa roja de tu sueño

Por Cosme Álvarez
(poeta y músico mexicano)




«La rosa roja de tu sueño» es el último poema que escribió Cosme Álvarez.
Está dedicado a una de sus sobrinas, y, según las propias palabras del poeta,
«fue un impulso postrero para acercar la poesía a un alma adolescente y sensible».


para Cecilia Guridi Álvarez


La rosa crece en primavera,
la rosa roja de tu sueño,
la más hermosa y duradera
rosa que aún no tiene dueño.

En el jardín los ruiseñores
cantan canciones a la tarde,
entre las rosas una arde
y hace más vivos sus colores.

Es una rosa que en el día
da con sus pétalos un nido
al ruiseñor que es su alegría,

un nido rojo al ya nacido
amor de rosa en la alborada,
la más hermosa y esperada.

3 de febrero de 2017

domingo, 1 de enero de 2017

Nombrar el mundo [antología breve]


por Cosme Álvarez
(poeta mexicano)

                    





AL LECTOR

Las palabras —esa lejana memoria—,
crean o destruyen al ser que les dio acomodo.



LETRAS

Mientras más las escribo no comprendo
cómo llegan a ser habla y sentido,

al pensarlas ya son el simulacro
del alma que las traza en escritura.
1988



RÉPLICA A EZRA POUND

, dijo la niña.


1988


TRAZO NOCTURNO

El carbón del lápiz se enciende
sobre el cuaderno como la flama;
el papel se incendia y una imagen
surge de sí en la luna llena;
veo, sin apenas darme cuenta,
un rostro prendido de las llamas,
ceniza hilada al equilibrio
de los dedos que trazan otra línea
sobre la fogata de rayones.

El fuego cesa, es una mancha,
o es el alma huraña de la lumbre;
me observa nadie y todo es circular,
rostro que es rastro de mi mano.
1988


INCENDIO

Petrificada en el silencio,
la palabra
              no dice, representa.
Sólo la oscura belleza de la rosa
enciende
              las vocales a la rosa.
1990


NOMBRAR LA TARDE


No basta con decir la tarde
como no basta dibujar la noche con palabras
(por sutiles no menos imprecisas).
La tarde es el árbol más grande
—en el patio
se arroja a las raíces de sí misma.
Yo despierto para este puñado de ballestas.
1994


HABLAR SOMBRAS

Las letras son imagen de su signo,
simulacro del habla y del aliento,
hechura de la mano que las traza
y ritmo de la sangre en escritura;

son símbolos, acciones y reflejos,
arenas movedizas de una idea,
lenguaje de la estatua, pensamiento,
las letras son el habla de otro idioma.

Constelaciones llanas en la lengua,
son eco del espíritu, y silencio
que nunca llega a ser lo que nos dice;

son mancha, garabato tras la huella,
vislumbre de un decir siempre en camino,

son sombra de otra voz, hablar de sombras.
1999


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martes, 1 de noviembre de 2016

A mar a muerte [últimos poemas] (selección)


por Cosme Álvarez
(poeta mexicano)

                    



NOTA: En 2014, poco después de cumplir 50 años, me di cuenta de que probablemente no volveré a escribir poemas en lo que me queda de vida. Ignoro si mi trabajo vale algo; queda el consuelo de haber comunicado lo que deseaba decir. No es una deserción. Los libros Poeta en muerte (2008) y Tras la huella (2011) fueron lo que podría llamar el primer aviso, y tras escribir "Machíria" (2014) incluido al final de esta selección—, algo me dijo que debía callar, no sé si para siempre, y seguir humildemente tras la huella.

 

AMAR ABIERTO

Sumergido en el útero de un dios desconocido,
el amor está naciendo en la mirada,
en el cuerpo que regresa cada día a los sentidos,
despierto a la pasión  y al erotismo,
a la carne y sus virtudes,
a lo vivo
que bebemos con los ojos y en el alma
es presencia de presente siempre nuevo,
o es amar amor a muerte a mar abierto.


PARTIDA

Mientras muero la mirada es mar en llamas,
es oleaje de un misterio sin sendero.
Mientras muero muere el árbol y sus ramas,
yo y el fruto se marchitan mientras muero.


HOJA EN LA HIERBA

a mis hijos

Cuida que día tras día,
           en tu abrigo de cuerpo entero,
habite la intimidad
de tus actos y tus pasiones.
Deja que el alma llene
           de historia viva lo ordinario,
que tus ojos penetren
           donde tus manos no se adentren,
que tu mirada crezca
en el espacio, no en el tiempo,
y que la vida misma
           y los seres con los que vivas
se llenen del aroma
           y del néctar de tu existencia.
Deja que tu sombrero
           sepa el secreto de tus sueños,
que tu zapato afirme
           el equilibrio de tus pasos,
y que lo que poseas
           desaparezca con el uso;
haz que las cosas pulsen
           el firmamento del olvido
antes de que amanezca.

Cuida que tu trabajo
           calme la sed indispensable,
que el pan que esté en tu mesa
           sea de salvado y no de espiga.
Deja que las ideas
destilen pronto y se marchiten
cuando cese el aliento
y el perfume que las concibe,
que el silencio que anidas
           llene el espacio que respiras,
que la esencia del aire
           colme de risa tus pulmones,
que el sendero que enfiles
           te lleve siempre a buen destino.
Cuida que los recuerdos
           no conviertan tu ser en eco,
y cuando sea la noche
           se vacíen de ti las sombras,
que lo que empiece llueva
           y se termine en el instante,
que tu estadía en el mundo
           no deje señal de penuria.
Deja que tu morada
           se encuentre siempre donde mires,
que nada llegue a ser tuyo,
           y que todo esté lleno de ti.


CAMPO DE TRIGO CON CUERVOS

Trece cuervos alzan el vuelo
sobre la sombra o el sendero
que va trazando a la distancia
una persona en los trigales.
La luz dormita en la campiña,
el firmamento es un incendio,
los trece cuervos en su vuelo
son otro cielo en el paisaje.
Con paso calmo avanza el hombre,
va entre la hierba cuerpo adentro,
va hacia la llama de la aurora
a recibir tal vez su fuego.
Allá en lo alto están los cuervos,
son cielo negro en las alturas;
la tierra hierve entre la niebla
donde termina el horizonte.
El cielo abierto baja entero,
como un heraldo de la aurora,
a bautizar la lumbre viva
que avanza envuelto entre sus llamas.
Arriba trece cuervos vuelan
en alharaca de tormenta
hacia una luna indefinida
que desmenuza el firmamento.
El hombre asciende hacia la noche,
hacia la luz desconocida,
en su trayecto pierde forma,
es otra sombra en el paisaje.
El cielo grazna tempestades
en arrebato de parvada,
alas de nube presurosa
que va detrás del hombre muerto.


MACHÍRIA

El venado no vuelve, y los montes
ahora están poblados de invisibles;
los chanates
recogen semillas marchitas en su vuelo,
las horas anudan el crepúsculo a la aurora,
suspendidas.

¿Adónde fuimos?, ¿es de día?
Hay aves en el árbol, hay murmullos en el viento
y este sueño
de mirar entre la hierba el recorrido en blanco brío
de los dioses.
Todo el aire del silencio tras la huella.

Arde el horizonte,
suenan las alturas en la luz de los ciruelos,
las colinas
son fogatas en el cielo de obsidiana,
algo nace,
algo crece entre mis ojos y la piedra del paisaje
renacido,
algo es voz sobre la flor de la vigilia.
¿Regresaron?
Hay un alba presentida en el ombligo;
la semilla,
ávida de sol en el barbecho,
tiene sed entusiasmada;
de la parra
penden uvas y fantasmas no nacidos,
frutos invisibles en el aire de las horas
donde flota una presencia
inmemorial y siempre viva,
sumergida en el follaje, sobre el viento, bajo tierra,
en espera.

¿Es abril este sonido, o es el viento
que no encuentra su camino,
este suave, delicado balbuceo de las cosas
esparcidas en la luz y la corriente
que a galope, todo el día, sale en busca
—incendiada crin del alma—
del hogar donde moraron los perdidos?

¿Es noche luminosa en luna llena,
o es día ensombrecido por ausencias olvidadas?
Esta luz
tañe para todos, y no hay nadie.
Perdimos el oído en el camino.

¿Por eso el venado no vuelve?,
¿por eso los montes ahora
están poblados de invisibles?
Nosotros
no somos por ahora la semilla,
nuestro viento
levanta tolvanera en el paisaje, y así vamos,
así vemos, perdido el horizonte.

Esta bruma ya es el fruto,
nuestros ojos son la parra,
uva seca,
los fantasmas no nacidos;
y los dioses
caídos en la hierba ya no encuentran el camino
que los traiga sin dudar de vuelta a casa.

¿Es abril en el oído? La mirada está vencida
de experiencia,
nada crece en el lagar del fermento,
los perdidos
no conocen el paisaje, y en la lumbre del instante
arde el pulso
que al latir
es cada vez un solo incendio.
¿Ha vuelto ya el venado hacia los montes?

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El azar de los hechos en ImagenTv

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

Invitación

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