jueves, 24 de enero de 2008

La importancia del artista

por Cosme Álvarez


Thomas Mann comenzó a escribir su primera novela, Los Buddenbrook, a finales del siglo diecinueve, pero la obra apareció hasta 1901, en pleno inicio del siglo veinte. La intención del libro de Mann es mostrar al artista como protagonista y héroe, no sólo de la obra literaria y de la época, sino del porvenir. Thomas Mann es uno de los grandes creadores de todos los tiempos (al que las nuevas generaciones de lectores y de literatos no leen); su novela es un puente entre dos épocas, vitales para comprender la ruta que tomó el hombre en sus elecciones.

La historia que se narra en Los Buddenbrook transcurre en las postrimerías del siglo diecinueve, pero se adentra en nuestro tiempo a través de Hanno Buddenbrook, un niño, artista a pesar de él mismo, que encarna los primeros signos que determinarán la fisonomía del siglo por venir. ¿Cuáles son esos signos? Una moral y un sistema social desunidos, de los cuales el hombre, ya en el siglo XIX, ya en el XX, sacaba fuerzas para seguir viviendo.

Jamás se han estudiado a fondo las similitudes de Los Buddenbrook con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, pero para mí son evidentes. Se trata de una crónica estrictamente temporal de una familia, de su decadencia y disolución en la muerte. Es también el relato del fin de una clase social, de un modo de vida, de una moral y de una forma de pensamiento. Ambos libros terminan con la aparición de la figura del artista como símbolo o como consecuencia directa de la decadencia general.

Desde mediados del siglo veinte se hizo claro para todos que vamos a ciegas. Hoy advertimos que el mundo se ha quedado sin apoyo, desde lo moral hasta lo económico, y de lo social a lo ideológico. El hombre se lanzó a dos guerras Mundiales que nadie ganó, pero que terminaron por ceder el imperio de la razón al imperio del comercio humano, disfrazado de capitalismo y de libre mercado, además de que situaron a los Estados Unidos en el lugar que tenía Inglaterra.

El problema del verdadero artista radica en que ahora debe colocarse, solo, y desarmado por la propia sociedad que lo ignora, ante el fantasma de la disolución. Contra todas las posibilidades de logro y sobrevivencia, el artista debe entregarse al poder creador del espíritu y de la palabra; poder que, manejado por él, se transforma en una manera de actuar —si no es que en la acción total—, por encima de la vida inconsciente y frívola que rige el mundo. No es casual que el artista ocupara el primer plano de la reflexión de filósofos como Shopenhauer, Nietzsche, Kierkegaard y Heiddeger, para quienes el hombre creador es un punto de partida y uno de los fenómenos fundamentales para la comprensión total del ser humano.

La voluntad del hombre ha sido violada interminablemente a lo largo de los últimos años, y con ello el nadie de la multitud se convirtió en esclavo de los medios y de los miedos que genera el dinero como factor de supervivencia. El hombre-ninguno-nadie del siglo veintiuno, previsto por Thomas Mann desde el siglo diecinueve, carece de voluntad, de iniciativa y de ganas de vivir. A través del debilitamiento de la voluntad, han sido debilitados también el espíritu y la fuerza vital que exige una existencia lúcida. Pero parece que no hay alguien que lo advierta ni lo delate creadoramente.

Al menos hasta hoy, el espíritu del artista del siglo veintiuno parece un ente derivado del problema que él mismo jamás se detuvo a analizar, un resultado de esa decadencia que tan claramente señaló Thomas Mann, y cuyo punto de partida es la falta de unión entre el hombre y su mundo. Los escritores han perdido tiempo, rumbo y hasta la vergüenza bajo las seducciones del mercado. Gran parte de los autores de éxito se complacen narrando historias sin importancia, y en general se han mostrado incapaces de explorar con hondura la experiencia humana.

La imaginación del siglo veinte fue seducida por "ese huésped de su propia vida que es el artista", quien ha sido elevado a la categoría de símbolo. La imaginación del siglo que empieza está seca. El artista es el verdadero héroe y será el explorador de nuestro tiempo.
Café Artesanal, Los Mochis, Sinaloa,
jueves 24 de enero de 2008

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