3 de mayo de 1930, Buenos Aires, Argentina - 14 de enero de 2014. Foto © Cecilia Solis |
por Cosme Álvarez
Es el poeta del dolor y de la risa, es el poeta de la palabra punzante; sus versos abren los ojos, exploran, dicen lo que los ojos no quieren volver a mirar.
Es el poeta de la ternura y del llanto, es el poeta de la rabia y la esperanza; corazón, qué hemos hecho, si tan sólo nos dejaran latir. Dolor, no te rías; palabra, no me punces, ábreme los ojos; dicen que Juan Gelman ha venido hasta mi pueblo. Palabras, ábranme los oídos para mirarlo, el poeta ha estado en mi tierra. Lo supe, porque los ojos de la gente en la plazuela tienen ahora un mirar de amor ya no me duelas en la tierra, porque las bocas pronuncian ternura y dicen rabia en la hora de la muerte.
Para mí, Juan Gelman ha sido y es un poeta de visiones y de relaciones que exploran la experiencia humana con hondura, en versos algunas veces relámpago y otras cascada.
A Juan yo lo siento cercano desde la distancia de la palabra impresa, pero también lo siento tan lejos, tan dolorosamente que huye inaprensible en una fuga de palabras que me dicen: ten cuidado, Cosme, el hombre aún no crecido a su altura de hombre; abrázalo, llévalo de la mano, pero no te mezcles con él, porque es el animal que muerde la mano de la vida. Juan también dice, me dices: busca al hombre, alza la copa de Li Bai y, como el poeta chino, cuídate de no despertar a los moradores del cielo.
Juan Gelman, el poeta que ha dislocado el idioma para dar libertad a un nuevo lenguaje, el de la rabia amorosa, el de la risa que duele de no entender porqué, y para qué si estamos solos en el mundo. Pero no tan solos, querido Juan. Oí que has venido, que el poeta Juan Gelman ha venido a mi pueblo; me lo dice la fronda innumerable del árbol-animal: el macapul; me lo dicen los ojos que inundaron las calles de mi pueblo con la boca llena de Juan Gelman en el corazón. Los veo, Juan; tu misterio nos ha invadido, a todos ellos, nosotros, que dijeron que el relámpago habitaba en la nube y no en la palabra, y las palabras de tus versos inesperados resuenan de mirar amor en la luz de los relámpagos.
Y qué suerte saber que Juan ha venido a mi tierra. Él ha estado aquí, aquí estuviste, en mi pueblo; el poeta Juan Gelman. Hasta pronto, querido hombre de bondad.
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