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martes, 14 de enero de 2014

Hasta pronto, Juan Gelman


3 de mayo de 1930, Buenos Aires, Argentina - 14 de enero de 2014. Foto © Cecilia Solis

por Cosme Álvarez


Es el poeta del dolor y de la risa, es el poeta de la palabra punzante; sus versos abren los ojos, exploran, dicen lo que los ojos no quieren volver a mirar.

Es el poeta de la ternura y del llanto, es el poeta de la rabia y la esperanza; corazón, qué hemos hecho, si tan sólo nos dejaran latir. Dolor, no te rías; palabra, no me punces, ábreme los ojos; dicen que Juan Gelman ha venido hasta mi pueblo. Palabras, ábranme los oídos para mirarlo, el poeta ha estado en mi tierra. Lo supe, porque los ojos de la gente en la plazuela tienen ahora un mirar de amor ya no me duelas en la tierra, porque las bocas pronuncian ternura y dicen rabia en la hora de la muerte.

Para mí, Juan Gelman ha sido y es un poeta de visiones y de relaciones que exploran la experiencia humana con hondura, en versos algunas veces relámpago y otras cascada.

A Juan yo lo siento cercano desde la distancia de la palabra impresa, pero también lo siento tan lejos, tan dolorosamente que huye inaprensible en una fuga de palabras que me dicen: ten cuidado, Cosme, el hombre aún no crecido a su altura de hombre; abrázalo, llévalo de la mano, pero no te mezcles con él, porque es el animal que muerde la mano de la vida. Juan también dice, me dices: busca al hombre, alza la copa de Li Bai y, como el poeta chino, cuídate de no despertar a los moradores del cielo.

Juan Gelman, el poeta que ha dislocado el idioma para dar libertad a un nuevo lenguaje, el de la rabia amorosa, el de la risa que duele de no entender porqué, y para qué si estamos solos en el mundo. Pero no tan solos, querido Juan. Oí que has venido, que el poeta Juan Gelman ha venido a mi pueblo; me lo dice la fronda innumerable del árbol-animal: el macapul; me lo dicen los ojos que inundaron las calles de mi pueblo con la boca llena de Juan Gelman en el corazón. Los veo, Juan; tu misterio nos ha invadido, a todos ellos, nosotros, que dijeron que el relámpago habitaba en la nube y no en la palabra, y las palabras de tus versos inesperados resuenan de mirar amor en la luz de los relámpagos.

Y qué suerte saber que Juan ha venido a mi tierra. Él ha estado aquí, aquí estuviste, en mi pueblo; el poeta Juan Gelman. Hasta pronto, querido hombre de bondad.

Una mujer y un hombre

por Juan Gelman

Juan Gelman en El Maviri, Ahome, Sinaloa. Foto © Cecilia Solis

Una mujer y un hombre llevados por la vida, 
una mujer y un hombre cara a cara 
habitan en la noche, desbordan por sus manos, 
se oyen subir libres en la sombra, 
sus cabezas descansan en una bella infancia 
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz, 
una mujer y un hombre atados por sus labios 
llenan la noche lenta con toda su memoria, 
una mujer y un hombre más bellos en el otro 
ocupan su lugar en la tierra.


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Final

por Juan Gelman


Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
Se habrá comido toda la rabia del mundo
por antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
Ya te abajaron, hermanito,
la tierra está temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.


El juego en que andamos

por Juan Gelman


Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.


La más mujer del mundo

por Juan Gelman

Sonríe como un cómplice
bajo el calor suelta sus animales bellos desnudos indolentes
y recorren la tierra llenándola de ansias de carne en libertad
ella prepara sus abismos
ninguno la conoce
en la mitad de la noche me despierta la oigo
como enciende su furor
y las crepitaciones
de rostros que ella quema lentamente
contra su voluntad.

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Arte poética

por Juan Gelman


Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor, con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.

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domingo, 20 de abril de 2008

Bienvenido, Juan Gelman

por Cosme Álvarez

Foto © Cecilia Solis, 2006
Es el poeta del dolor y de la risa, es el poeta de la palabra punzante; sus versos abren los ojos, exploran, dicen lo que los ojos no quieren volver a mirar. Es el poeta de la ternura y del llanto, es el poeta de la rabia y la esperanza; corazón, qué hemos hecho, si tan sólo nos dejaran latir. Dolor, no te rías; palabra, no me punces, ábreme los ojos; dicen que Juan Gelman ha venido hasta mi pueblo. Palabras, ábranme los oídos para mirarlo, el poeta ha estado en mi tierra. Lo supe, porque los ojos de la gente en la plazuela tienen ahora un mirar de amor ya no me duelas en la tierra, porque las bocas pronuncian ternura y dicen rabia en la hora de la muerte. Ha estado aquí, en mi pueblo; el poeta Juan Gelman, el poeta Juan, el poeta, él.

Juan Gelman nació en Buenos Aires, Argentina, el 3 de mayo de 1930. El barrio de Villa Crespo fue el escenario de su infancia. Comenzó a escribir a los once años de edad y vio, quizá con extrañeza, su primer poema impreso en las páginas de Rojo y Negro. A los 19 años se entregó de lleno al quehacer poético; en aquellos días subsistió como empleado, camionero y vendedor de autopartes, y fatalmente derivó en el periodismo. A los 24 años formó el grupo de poesía “El pan duro”, el cual, en 1956, le publicó Violín y otras cuestiones. Desde esos días a la fecha ha editado una treintena de libros, entre los que mencionaré Velorio del solo (1961), Cólera Buey (1965), Los poemas de Sydney West (1969), donde la poesía de Gelman muestra una nueva dirección; Relaciones (1973), Si dulcemente (1980), Hacia el sur (1982), La junta luz (1986).

En 1987 se imprime uno de sus grandes poemas: Carta a mi madre, incluido más tarde en la antología Pesar Todo. De lo que podría llamarse su nueva época, diré los títulos Salarios del impío (1993), Sombra de vuelta y de ida y Debí decir te amo, ambos de 1997. En este siglo 21 ha publicado Tantear la noche (2000), Valer la pena (2003) y País que fue será (2004).

De su vida personal sólo diré algunos datos. En 1963, la dictadura militar lo lleva a prisión. A los 45 años de edad abandona su país natal, amenazado por la Triple A. El golpe militar en la Argentina del 76 lo fuerza al exilio. En ese mismo, desgraciado año, la dictadura secuestra a sus hijos y a su nuera, embarazada de siete meses. En adelante, Juan Gelman vivirá exiliado en Roma, Madrid, Managua y París. En 1977, la cúpula del grupo Montoneros lo acusa de traición y lo condena a muerte. En 1980 obtiene el Premio Internacional de Poesía Mondello; en 1987 gana el Premio Boris Vian. Al año siguiente es absuelto de prisión y regresa a Argentina, luego de trece años de persecuciones. En 1997 recibe el Primer Premio Nacional de Poesía en Argentina. Tres años después encuentra a su nieta, luego de una búsqueda larga, intensa, desesperada; en ese año recibe el Premio Juan Rulfo de Literatura Iberoamericana y del Caribe. En 2004 obtiene el Premio Ramón López Velarde, y en 2005 es simultáneamente merecedor de los premios de Poesía Iberoamericana Pablo Neruda, el Internacional Nicolás Guillén y el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana. En 2007 le otorgan el prestigiado Premio Cervantes de Literatura, recibido en 2008.

Para mí, Juan Gelman ha sido y es un poeta de visiones y de relaciones que exploran la experiencia humana con hondura, en versos algunas veces relámpago y otras cascada. A Juan yo lo siento cercano desde la distancia de la palabra impresa, pero también lo siento tan lejos, tan dolorosamente que huye inaprensible en una fuga de palabras que me dicen: ten cuidado, Cosme, el hombre aún no crecido a su altura de hombre; abrázalo, llévalo de la mano, pero no te mezcles con él porque es el animal que muerde la mano de la vida. Juan también dice, me dices: busca al hombre, alza la copa de Li-Po y, como el poeta chino, cuídate de no despertar a los moradores del cielo.

Juan Gelman, el poeta que ha dislocado el idioma para dar libertad a un nuevo lenguaje, el de la rabia amorosa, el de la risa que duele de no entender porqué, y para qué si estamos solos en el mundo. Pero no tan solos, querido Juan. Oí que has venido, que el poeta Juan Gelman ha venido a mi pueblo; me lo dice la fronda innumerable del árbol-animal: el macapul; me lo dicen los ojos que me observan mientras leo estas líneas para presentarte ante la gente buena, ojos que inundarán las calles de mi pueblo con la boca llena de Juan Gelman en el corazón.

Los veo, Juan; tu misterio nos ha invadido, a todos ellos, nosotros, que dijeron que el relámpago habitaba en la nube y no en la palabra, y las palabras de tus versos inesperados resuenan de mirar amor en la luz de los relámpagos. Y qué suerte saber que Juan ha venido a mi tierra. Él ha estado aquí, aquí estuviste, en mi pueblo; el poeta Juan Gelman, el poeta Juan, el poeta, él. Bienvenido, querido Juan Gelman.

Los Mochis, Sinaloa

15 de noviembre de 2006

[Presentación de la obra poética de Juan Gelman, durante la 5ª Feria del Libro de Los Mochis.]

En aquella ocasión, comenté que Gelman ha ganado prácticamente todos los premios importantes relacionados con la poesía; arriesgué también un vaticinio: dije que no tardarían en darle a Juan el Premio Cervantes de Literatura.


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Las teorías sobre arte son al arte
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Cosme Álvarez

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