(Versiones de José Manuel Recillas)
Llegará
el momento
en
que, con júbilo
te
saludarás llegando
hasta
tu puerta, en tu espejo
y
ambos se saludarán sonriendo,
y
dirán, siéntate.
Come.
Amarás
de nuevo al extraño que una vez fuiste.
Dale
vino.
Dale
pan.
Devuélvele
tu corazón
al
extraño que te ha amado
toda
tu vida, a quien ignoraste
por
otros, quien te conoce desde el alma.
Toma
las cartas de amor del librero,
las
fotos, las notas de desesperación,
desnuda
tu reflejo del espejo.
Siéntate.
Celebra tu vida.
Enero 18, 2017
The
time will come
when,
with elation
you
will greet yourself arriving
at
your own door, in your own mirror
and
each will smile at the other's welcome,
and
say, sit here. Eat.
You
will love again the stranger who was your self.
Give
wine. Give bread. Give back your heart
to
itself, to the stranger who has loved you
all
your life, whom you ignored
for
another, who knows you by heart.
Take
down the love letters from the bookshelf,
the
photographs, the desperate notes,
peel
your own image from the mirror.
Sit.
Feast on your life.
Cuando un día hayas encanecido, y estés
cansada,
y cabeceando junto al fuego, toma este
libro,
y lentamente lee, añorando la gentil
mirada
y las profundas sombras que tus ojos un
día tuvieron;
cuántos habrán amado tus instantes de
alegre gracia,
y habrán amado tu belleza con falso amor o
verdadero;
pero hubo uno que amó el alma peregrina en
ti,
y también las penas de tu rostro siempre
vivo;
e inclinándote junto al resplandor de los
leños,
murmures, un poco triste, cómo huyó el
amor,
y se alejó allende las montañas,
y escondió su rostro entre las estrellas.
Enero 18, 2017
When
you are old and grey and full of sleep,
And
nodding by the fire, take down this book,
And
slowly read, and dream of the soft look
Your
eyes had once, and of their shadows deep;
How
many loved your moments of glad grace,
And
loved your beauty with love false or true,
But one
man loved the pilgrim soul in you,
And
loved the sorrows of your changing face;
And
bending down beside the glowing bars,
Murmur,
a little sadly, how Love fled
And
paced upon the mountains overhead
And hid
his face amid a crowd of stars.
Renuncia a tu sueño como un héroe
sentado en un alga al borde del océano
llamando a su madre a quien él creía
una diosa del mar. Él era mitad divino,
actuando su yo dual. El curso de agua
siempre había estado allí y ella era un tú-en-mí,
un seguro remolino gris-verde de pelo. Pero un
día
cuando él puso el pie en tierra, ella se había
ido.
El don había sido retirado. Hermafrodita
había cruzado y no había vuelto, la forma en que
los judíos
en el mundo bizantino olvidaron el hebreo,
leían la Escritura sagrada en griego y cantaban
oraciones
como flama de una fuente desconocida.
You give up your dream like a hero
sitting on bladderwrack at the edge of ocean
calling on his mother whom he believed
a goddess of the sea. He was half-divine,
at play in his dual self. The watercourse
was always there and she was you-in-me,
a gray-green safety, swirl of hair. But one day
when he put his foot on earth, she'd gone.
The gift had been withdrawn. Hermaphrodite
had crossed and not come back, the way Jews
in the Byzantine world forgot the Hebrew,
read Holy Writ in Greek and chanted prayer
like flame from an unknown source.
Cómo nos necesitamos, dijo el Maestro
regresando del Haj, cruzando este desierto
de vida y de vuelta, de vuelta a Granada.
La última agua hallada fue un pozo sin cerdas.
La arena lo había secado. El jefe de camellos
trató de extraer agua, pero fracasó.
Al día siguiente entramos en ‘Aydhab, una ciudad
del desierto,
y esperamos en un aire tan caliente que derretía
la carne.
Nada para comer excepto lo que trajimos.
Los barcos iban y venían de la India y de Yemen.
Esos ciudadanos viven de peregrinos que llevan
su comida, pagan impuestos y esperan el jilab a
Jiddah.
Cruzas el desierto deriva-nacido, una cordillera,
El choque y el silbido del mar con su paladar
blando abierto
como la tiza. Caminas una frontera vigilada por
leyes
de las que nunca habías oído. Estos son los
cruces de la fe.
Pagamos un solo viaje por adelantado
y entramos a un barco abierto como pollos en un
gallinero.
Los vientos nos lanzan al anclaje, una bahía poco
profunda
donde hombres altos, sudaneses de montaña,
nos guían en camellos por los espejismos. Si
muriésemos,
se apoderarían de todo. Los peregrinos que
sobreviven entran
como los hombres que han tirado la mortaja
y se tumban bajo árboles florecientes.
How we
need each other, says the Master
returned
from the Haj, crossing over this desert
of life
and back, back to Granada.
The
last water found was an uncased well.
Sand
had fallen in. The camel-leader
sought
to dig the water out but failed.
Next
day we entered 'Aydhab, a city of the desert,
and
waited in air so hot it melts the flesh.
Nothing
to eat save what we brought.
Ships
came and went from India and Yemen.
Those
citizens live off pilgrims, who carry in
their
food, pay tax and wait for the jilab to Jiddah.
You
cross the drift-born desert, a mountain range,
the
clash and whistling of sea with your soft palate open
like
chalk. You walk a border guarded by laws
you
never heard. These are the crossings of faith.
We pay
a single journey in advance
and
pack into an open boat like chickens in a coop.
Winds
blow us into anchorage, a shallow bay
where
tall men, mountain Sudanese,
lead us
through the mirages on camels. If we perish,
they
seize everything. Pilgrims who survive come in
like
men who have thrown off the shroud
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