de Leonel Rodríguez Santamaría
Premio Interamericano Poesía Navachiste 2003
México. 2004. 56 pp.
por Cosme Álvarez
por Cosme Álvarez
El surgimiento de nuevos —y ya demasiados— escritores de poemas en nuestro país ha hecho cada vez más sinuoso el camino para los verdaderos poetas. En la mayoría de los casos, nos topamos con meros articuladores de prosa (de mala prosa, además) dispuesta escalonadamente «al modo de un poema». Como si esto no fuera suficiente, la profusión de libros insignificantes para el arte y para la poesía se multiplican escandalosamente por obra de un mero ejercicio burocrático provinente de las insufribles instituciones culturales que operan en casi todos los estados de la república, dispuestas a respaldar el itinerario pueril de sus agremiados por las dependencias gubernamentales pero no a la obra de arte.
Tu piel paciente, de Leonel Rodríguez Santamaría, aparece como uno de esos raros ejemplares escritos por un poeta, que si bien no ha hallado su voz definitiva, al menos se encuentra en la búsqueda del impulso que lo lleve a dar un verdadero salto creador hacia la más honda expresión del silencio que lo rodea. El poema que abre el libro, en la sección «Imagen y líneas», se anuncia a sí mismo como representación de esa búsqueda.
Este primer libro de Rodríguez Santamaría, breve, austero, en general consistente, es un río en crecida y sin duda tendrá derivaciones dentro de la geografía sinaloense, de donde surge. Con ecos de Walt Whitman y Li Po, entre los sonidos de una escritura que ensaya numerosas tradiciones poéticas, y sobrias resonancias de Eliot y de Villaurrutia, el estilo de Leonel Rodríguez —lector de Baudelaire y de Rilke, admirador de la poesía primitiva y de prosa de Lawrence Durrell— llega a ser por momentos el de un incendiario de la forma, como en el audaz poema «Haikú desbordado».
La mujer, el mar, el erotismo, los recuerdos; la calle como escenario de los sueños, la imagen de la experiencia que espera ser vivida, la realidad estallando en pedazos más allá de la vigilia, la poesía misma, temas recurrentes con los que Leonel Rodríguez se abre paso entre la maleza: «Un poema: una cara nunca vista /reencontrada para siempre». El arco del poeta está tenso, su poesía nos conmueve hondamente como una flecha en la oscuridad.
Micrós, D.F.
20 de diciembre de 2003
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