lunes, 1 de agosto de 2016

[soy este sol que sabe de mi cuerpo...]


Por Ricardo Yáñez
(poeta mexicano)




Soy este sol que sabe de mi cuerpo
todo el amor, el tiempo
que al amor ha dedicado. Soy esta piel
tocada por el sol puede decirse que hasta el alma.

Soy mi desnuda voz abierta al tiempo del amor,
soy esta música que oigo
como debajo de mi piel, esta música
que de alguna manera me canta, me está cantando.

Desnudo estoy de mí, de mi silencio
y de mi propia voz, estoy ausente
incluso de mi nombre.

¿Viajo adentro de mí? Pareciera que sí,
que así está siendo.
¿Estoy desnudo? Soy.
Ricardo Yáñez

"Porque tengo ojos para mirar la noche" ≈Antología bilingüe mínima de Juan Gregorio Regino≈


Por José Manuel Recillas
(poeta mexicano)


El ingreso de Juan Gregorio Regino a la Academia Mexicana de la Lengua (AML) debería ser motivo de orgullo nacional, aunque lamentablemente no lo parezca. Su ingreso se suma a la de la poeta maya Briceida Cuevas en 2012, y junto con Natalia Toledo y Mario Nandayapa, forman el notable póquer de ases de poetas en lenguas originarias de mi generación. Especialmente en el caso de Juan Gregorio Regino, pero no menos que en el de los poetas mencionados, estamos ante un Poeta con mayúsculas, una de las voces más notables de la lírica nacional actual.
En sus primeras declaraciones al ser ingresado, Regino hizo alusión a su deseo de recuperar la literatura oral, que a diferencia de la escrita y publicada en soportes tradicionales y en nuevas tecnologías, tiene una vida y una difusión mucho más amplia, y la capacidad de llegar a un público más amplio. Más allá del neologismo usado por Regino, “oralitura”, hay que señalar que esta tradición oral ha sido una de las preocupaciones y ocupaciones más relevantes y dignas de encomio en su trabajo.
Sin duda, me alegra enormemente su ingreso a una institución anquilosada y cuyo presidente, el también poeta Jaime Labastida, ha dado suficientes pruebas de un eurocentrismo o pensamiento colonizado que sigue considerando diferencias lingüísticas de orden casi supremacista con respecto a otras lenguas que no sean el español. Es de esperar que su ingreso, sumado al de Briceida Cuevas Cob, permita un diálogo interlingüístico e intercultural con el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua en lugar del ninguneo a que se han sometido las lenguas vernáculas del país con base en un discurso abiertamente discriminador, indigno de un poeta a quien el respeto a la palabra ajena, al lenguaje vivo, debería ocupar un sitio de preeminencia en lugar del ático de los cuchitriles mentales.
Quiero referirme al aspecto menos visible de Juan Gregorio Regino, pero el que mejor lo retrata: su poesía. Desde nuestra posición inevitablemente eurocéntrica, hispánica, hemos ignorado a los hablantes y escribientes en lenguas nativas en un grado que más que faltarles el respeto a ellos, debería avergonzarnos. Las antologías poéticas siguen centrándose únicamente en quienes escriben, escribimos en español, olvidando, ignorando o desconociendo lo que estos autores tienen qué ofrecer al enorme caudal de nuestra tradición, construyendo la suya propia al mismo tiempo. Hace algunos años, en 2012, preparé una antología generacional que incluía tanto poesía para niños como en lenguas originarias de mi generación, los ya mencionados Mario Nandayapa, Natalia Toledo, Briceida Cuevas y Juan Gregorio Regino. Pero el típico comportamiento gremial de mezquindades que aún hoy seguimos viendo hizo imposible su aparición. De ese trabajo es del que tomo los poemas de Juan Gregorio para ofrecerlos a nuestros lectores.
Su poesía retoma y pone a la vista del lector el rico y amplio mundo simbólico tanto como sonoro de la lengua y cultura masateca, de la que más sabemos por María Sabina, y cuyos ecos resuenan poderosamente en esta poesía llena de vida y de una fuerza inédita, casi desconocida en lengua española. Gregorio ha sabido rescatar ese oleaje vital en versos de enorme contundencia y plenos de una belleza viva, tangible, inigualable. A través de su vitalidad, asistimos al mundo sagrado de la palabra y la iniciación, vivificando no sólo una tradición milenaria sino vivificándonos mientras lo leemos. En los poemas aquí seleccionados encontramos una de las voces más vivas, más potentes y originales de mi generación, y del país entero.


Juan Gregorio Regino
(San Miguel Soyaltepec, Tuxtepec, Oaxaca, 1962), ha publicado los libros de poesía en forma bilingüe mazateco-español Tatsjejin nga kjaboya / No es eterna la muerte (1994) y Ngata’ara stsee / Que siga lloviendo (1999).

Tónaxo

Ndakjuee ndi'í ndi tó naxo,
yájan kó kji'íni ngajñuu.
Kji'anga s'ichja k'ajmi
jmíjin kóts'en sokoona ngo isieen ntjóna. 
Kjenga ta kjin tikon kjuakintakun kojó 
nijmíí xi maa 'binda.
Nguijin kjoton kojó nguijin ye
fí kjajñajin nga´ñúna.
S'ichja kó tjux'a nchik'oan
kó skójin ngo nguindie
ñanga tixangui, ngo ndsaa,
ngo ndiya, ngo nñó.
Ndakjuee ndi'í ndi to naxo,
tiyitjinguii xi ndajin,
kui xi ts'entsijejina ngasundiee.
ti'inkjani ngatjuana, ngata 'bijni
masiejina, ngata 'bijni kjixtíjina
Ndakjuee ndi'í ndi to naxo,
t'itiyeji nguijin yojóna kó chíín,
ngata ni'inxijin nga k'o,
ngata chíjin ni'inxii


Semillita de dios

Semillita de Dios, llama a la luz.
La obscuridad es indescifrable.
Cuando se cierra el infinito
no hay forma de hallar un Dios.
Es tan distante la presencia tibia
y maternal de tus hojas.
Entre abismos de serpientes y brujos
se derrumba mi temple.
Mis ojos se abren y se cierran
y no encuentran una rendija abierta;
una mano, un camino, una estrella.
Llama a la luz, semillita de Dios,
ahuyenta a la tempestad
y la sombra que me impide ver el universo.
Toca mi puerta, no me dejes
desnudo y solo a merced del diablo.
Llama a la luz, semillita de Dios, llámalo,
enciéndelo en mí y cuídalo,
aléjalo del viento, y no permitas
que se apague, por favor, no lo permitas.


Isién nixtjín

Isién nixtjín, nga’ñu xi jakuxi,
¡Kótjin nó tjíníí nga ánji tinchejena!
¿Ña kistinguiji?
¿Ña kistiyaji,
nga ánjin ts’atjajéna?
Tikón tiyaa inimána,
tichjí yojóna xki no xki chan.
Ndatsa mejena ko'ma'an,
ko skjibe’an één sóó kojó nijmii
Je tikón tiya inimána
ta béja’an ñá tsa’bua tsabe.
¿Ñá kistinguiji?
¿Ñá kistiyaji?
¿Ñá nguindie tjo, ñá nguijin cho’on
tinchi'nji nga ndibechíjina?


Isién nixtjín

Isién nixtjín, fuerza verdadera que se mueve.
¡Cuántos años hace que no vives en mí!
Estoy vacío, y a cada instante
mi cuerpo se llena de infiernos,
aunque intente ocultarlo
y refugiarme entre los espíritus
del canto y la poesía.
Vacío,
soy cruz depositaria de angustias,
llanto cargado de tragedias.
En mi dorso llevo el dolor.
¿Dónde tropezaste?
¿Dónde sucumbiste?
¿En qué lugar de truenos
y tempestades estás presa
que no vienes a mí?


Nixtjín Nixtjien

Ninjún nixtjín, kó nijún
nixtjien
nga jí tínchiye toko’an,
kia kini’inji ndi’yaa,
ngamasien isien xi
kjiyojat’a t’a yach’uána.
Kini’indéji ngayeje sien,
kjen kojó isien nixtjín
xi kjiyojot’a nguindie yojona.
Ngaya toko’an tinchinji
xikotsa jakuxi nga tsee.
Béja’an kóts’en ikitjas’in
kó kóts’en nga jí
tibotixamueni yojona


Días y noches

Cuatro días y cuatro noches
has estado clavada en mi mente.
Allí has hecho tu casa,
en medio de las imágenes
que cuelgan en las paredes.
Has borrado las ausencias,
los rostros y los demonios
que se ocultan en mi piel.
Hurgas mi inconsciente a cada instante
como si mi alma fuera tuya.
Desde que vine a vivir aquí
nadie me había arrebatado el tiempo:
mueves mi mundo, robas mi silencio.


T’ítjieji inimana

T’enjeji inimana ngatsjoó, jíitse.
Ta’yajin xi tjin nanguxi mik'ienjan,
ndasen kó ‘ña tjití siéén,
kjuachikon kojó nchik’in jé k’ien.
Béja’an áni ñanga nchini’ankixut’a xinguii
kjifu'aa ngo kjuatsja nguijin inimana.

Siembra mi corazón

Siembra mi corazón en tu tumba,
sólo a ti te pertenece.
Vacío está el panteón,
tristes y opacas las velas;
los rezos y las miradas muertas.
Yo no sé por qué donde se despide un amor,
empieza a despertar el nuestro.


K’e titjie ndsok’o’an

K’e titjie ndsok’o’an.
Nguijin chincha ñanga
kji'i naxo sijen.
Nguijin nguindie ch’an
ñanga tsja tjik’ien yá xóóndoo.
Kjenga ta ndojó, kojó
nanga jamaa.
Fochot’aa inimaa t’ananguii
sóó, kojó chjee.
K’e titjie ndsok’oan,
nguijin nga’ñuu chu’un jee.
Kia ñánga bosikjo isieen
t’ananguii nga be ndi’í.
Nguijin sóó tjo
xi ts’en xcha ‘yoo yá xkajeen,
kojó tjiaa yá tjibua.
K’e titjie ndsok’oan:
ndi ixki tsitin tsjatsona.
ndi n’ñu nijmi xi siena.


Pies sembrados

Aquí están sembrados mis pies:
en el pantano donde se yerguen
las flores embriagantes,
en la humedad de la sombra
que la ceiba esparce.
Sus raíces son fuertes y profundas.
Llegan al corazón de la tierra
con sus cantares y ofrendas.
Aquí están sembrados mis pies:
en la fortaleza del chu’un jé,
que cambia su color
al fundirse con la juncia.
El dador de la vida
hace bailar las palmeras
y las gruesas ramas del jonote real.
Aquí están sembrados mis pies:
mi torzal de cuerdas preciosas,
mi sartal de cantares embriagantes.


Ndibua nijmii

Porque son papeles de juez
Es el libro de tu ley
Es el libro de tu gobierno
Porque puedo hablar con tu águila
Pues nos conoce el mundo
Pues nos conoce Dios
María Sabina

I

Nguijíín ndi'í sieen,
nguijíín sijen jama ch'aan kojó xka boka,
kia ña tjítí ndi tjingoo
kji'ijña xujun isien nixtjína.

Kji'itie inimána ña tikón né.
Nguixixioma ngatjun nga'ñuu nixtjiin.
Nguitjíbo'á ngaxt'un ndi'ya tsjie.
Ngatajá njñuu ts'uíí kojó sáá,
ngot'e je kókó isieen xi tjijmá ngot'e.

II

Kótso één ndi tjingoo
nga ts’amijin k’ajmii.
Kótsó nijmi xi ya’a nijmee
nga tjiejín kjuachikon
s’e ‘bokasun njñu tjibee.
Ña nguindie, ña ndiya,
kú kó kji’i nga’ñuu chikón
xi ts’amejejin isieen najin ndi'iieen.
T’iyena ngot’e chjinie.
T’iyena ngot’e nga ts’akutsijen
néna, kó tjindo tistiko.

III

Jí xi yéji kó
kji’ini ndiyaa ngasundiee.
Jí xi tasín tjéni ngot’e.
Chjux’eni k’ajmii, takína ngasundiee
Kó chjubenguini tsi’e nga skue’an kjua chjnie.
Ta’eni kjua nga k’ui’an ndi to xi tjoo.
Takoyéna kótso én xi chja kojó ’bixkiya Néna.
Ngatanguyaji’an nga’ñuu nijmii,
Ngot’e nga s’it’a ja’ína ngasundiee,
tiña ndiba isien.
Ñá kjin máni tji’e kojó tjo ndájin.
Tsu’ba nde’an, tsjie’an,
ta’eni én, ta’eni kjuakjintakun.
Nño xi ts’entsijen nguindie ndijo’an.
Ndachikun xi tikon xi xio k’ajmi aso’an.
Nijme xi tsjaa nño t’ananguii kji’anga bojo’an.
Nidi’i xi tsa’boa ndiba isiemba’an.
Naxa ts’uí’an, so’an,
Kjoacha’an, nijmi xi ts’endiki’an

IV

Ts’akundána isién nixtjín xindájin.
Ngatjandibua nijmii'en ngot'e.
Nguitijin k'ajmii én xi skjix'a.
Ngatas'ien kjuachikun
xi tjijmatjuun chjiniee.
Nguití sien ndi'í tibaa.
Ngatanga jin xi jé jandoo.
Je tjibixkjantje isién nixtjína.
Je tjifichaja'a ndoba isien.
Kia je tsa'bos'ien één chjinie.
Kia je tsa'bos'ien tsja xi mí isieen.
Kia je tsa'bos'ien nijmi xi k'oxie'ána


V

K'e tikon ndi xka boka ch'ana.
K'e tikon ndi xka boka tsjiena
K'e tikon ndi xka boka xuñona.
Ndi ndiki ch'ana, ndiki tibuana.

Kui kjuajo xi só.
Kui kjuajo xi ndakjan.
Kui kjuajo xi tjitsie
Kui kjuajo xi kjo'on.

Kui xi ya'a nijmi ch'an.
Kui xi ya'a nijmi xuño.
Kui xi ya'a nijmi anda.
Kui xi ya'a nijmi chjinie.


VI

Kjochó ña tjindo xi nchikunda nixtjiin.
Kjochó ña tjindo xi nchikunda ngajñuu.
Luichjajo ndoba isien.
Kuichjajo ndoba nixtjien.

Kótjin má ts'ua xi maa ndakjua.
Kótjin ma najin xi maa chja,
xi be ndiyaa k'ajmi,
xi maa chjajo néna.


VII

K'e tikon isien nixtjína
K'e tikon ndi'ína
K'e tikon nijmina.
K'e tikon nga'ñuna.

Ndaskjanda ndi'ya k'ajmi.
Ndaskjanda ndi'ya tsjie.
Ts'ami'a'an ngo kjuandá.
Ts'ami'a'an ngo kjuajetakún

Buats'en satikayajin.
Buats'en satíkaya'a.
Ndi'ya ndoba xujun.
Ndi'ya ndoba kjuakjintakun.


VIII

Ndaskjanda ngaya sé.
Ndaskjanda ngaya tsjá.
Ndaskjanda ngaya xtiin.
Ndaskjanda ngaya ningoo.

Ngat’e kjiya sé.
Ngot’e kjiya tsjá.
Ngot’e kjiya xtiin.
Ngot’e kjiya ningoo.

Ngot’e mána ’bixki nñoo.
Ngot’e mána chjajo’an ndiba isieen.
Ngot’e mána chíkjisun ndoba isieen.
Ngot’e fí nguijin isieen.


IX

Naána Né, na'mína Né xi tsa'bojo'an,
yito tjo je ja'atio'an,
yito ngasun k'ajmi iskjitje'an
yito kjen xindajin kats'enxi'an.

Ngot'e be nchik'oan nguijin jnuu.
Ngot'e tjína kjuakjitakun tsi'e xi maa kjuaton,
Ngot'e xta xcha xi 'bijña nguii één'an,
chjinie xi sie nga mangase isien nixtjin.

Ndi'ya k'ajmii tsamangasean nijmii,
k'e ts'afoak'ijña chibuan inimana,
ts'afo'a ts'en kja'a kjuakjintalkuun,
ts'amangase'an ndiya tsjie, ndiya xkjuen.

Ngot'e nisié xi kjit'usun ngaya isiee'an.
Ngot'e nño xi kjix'a nguindieja'an.
Stra xi siee sába'an.
Ndi xi ts'endaya naxiba'an.


X

K'etjien fé s'uíí,
s'ichja ngo ndiya, fé nijmii.
Nguijin ndi tjingo kis'ijña kjuakjintakun.
Nguijin nijmee s'ichja ngo één,
kó tjo'atjo ni xi ndikon.

Je kamatsijen ngo kjua ndikon,
kja'e ndiya katjux'a.
Nisié xín fítjien, xún 'bijña t'ananguii.
Sáá tsuya na'mi ts'uina ni xi be ngajñuu 
kó ndiba isieen je ts'andiba.

K’etjien fé s’uíí,
k’etjien ts'enkjaya nijmii,
xtjen kjix'a ndiua tjatsie
kó ngasundie tsanguiya ngo kjuandikun.




Empieza el cantar

I

En la luz de la vela,
en la esencia de la albahaca.
En el espíritu que invoca el incienso,
está tendido el libro de mi vida.

Abierto está mi pensamiento ante el juez.
Detenido está el engranaje del tiempo.
Que dé unos pasos para atrás el limbo.
Que se vista el sol y la luna porque las imágenes tomarán un rostro.


II

Qué dice el humo del incienso que acompaña
a las palabras que inician su viaje al cielo.
Cuál es el mensaje del maíz que impulsado por la palma
de tus manos busca la verdad en el misterio.
En qué sitio, cuál camino
y con qué pretexto se apodera
el guardián de la tierra de mi espíritu.
Revélalo hoy maestro:
ante mi persona,
ante los ojos de Dios
y ante los testigos.


III

Tú que conoces lo sagrado
y guías el camino sembrado de cantares.
Ábreme el cielo, muéstrame el mundo,
encamíname a la sabiduría.
Dame a beber los niños que brotan,
enséñame a hablar y leer el lenguaje de los chjinie,
inúndame con el poder de los Dioses,
inscribe mi nombre en el ndoba isien.
Limpio estoy, mis alas libres.
El rocío germina nuevas palabras,
la lluvia nutre la sabiduría.
Soy estrella que alumbra debajo de la piedra,
mar que danza en el azul del cielo,
luz que viaja en la interperie.
Soy la vena del sol, soy la canción.
Soy la danza y el cantar que alivia.


IV

El espíritu del mal acecha;
empieza el cantar.
Que se eleven las palabras que abren el cielo,
las plegarias que cruzan lo profano.
Que se enciendan las velas de luz blanca
y escurra la sangre envenenada.
Es una lucha a muerte en el ndoba isien,
es el rescate de mi espíritu.
Por mi vida van estas hojas frescas:
estas palabras sabias,
estas plumas de colores,
estos cantares de iniciación.


V

Aquí está mi albahaca del amanecer,
limpia como el horizonte:
mi medicina fresca.
mi medicina blanca

Lleva en sus hojas la palabra serena.
que abre el cielo:
la palabra que da calma,
la palabra que da aliento.

Llegará mi albahaca donde se purgan las ofensas.
Volará limpia donde se despeja el alba.
Llevarán mis ruegos al libro de registros,
liberarán mi alma del veneno que me mata.


VI

Llegará mi incienso al sitio
donde se comulga con la vida.
Llegará a la casa de los guardianes de la tierra.
Se escuchará en el lugar de las imágenes,
abogará en el seno de la noche.

Pues cuántas bocas tienen,
cuántas lenguas poseen,
los que conocen el cielo,
los que platican con los códices,
y hablan con los Dioses.


VII

Aquí está mi espíritu,
mi roble, mi cedro.
Nace de mi corazón la plegaria
que lo acompaña en su viaje al cielo.

Desde la casa de la pureza,
desde la mesa del amanecer.
Estoy pidiendo fuerza.
Estoy buscando justicia.

Se abrirá el libro sagrado,
despejará la obscuridad.
En la casa de las escrituras.
En la casa de las estelas.


VIII

Hasta la planta de mis pies.
Hasta la palma de mis manos.
En el vértice de mi pensamiento.
En el centro de mis extremidades.

Tiene pies mi espíritu,
mi alma tiene manos,
registran huellas mis venas,
pulsos del tiempo y el camino.

Puedo hablar con el amanecer,
sumergirme en las aguas turbulentas de los caudalosos ríos,
caminar descalzo la pendiente,
asestar al viento mi cantar.


IX

Llego aquí acompañado de Dios Padre y Dios Madre,
he cruzado siete vientos,
siete capas del cielo.
He desafiado siete rostros del inframundo.

Porque tengo ojos para mirar la noche,
luz para abrir el misterio.
Porque soy embajador que empeña su palabra,
cantor que rastrea el alma.

En la casa de la pureza
vengo a poner a prueba mi vocación,
a despertar secretos.
Busco la palabra,
el camino fresco, el camino limpio.

Soy ave que predice en lo sagrado,
lucero que abre el horizonte,
cigarra que susurra a la luna,
niebla que cura la montaña.


X
Juan Gregorio Regino

Aquí termina la fiesta,
se cierra el camino, se acaba el cantar.
La lucidez queda prendida en el copal,
los granos de maíz cierran sus páginas
y guardan los secretos del viaje.

Desaparece un misterio,
surgen nuevos caminos para explicar la vida.
Las aves trazan veredas, ayuna la tierra.
La luna confía al sol sus desvelos
y en el horizonte la aurora se sacude.

Aquí termina la fiesta,
el cantar descansa en brazos de la mañana.
Abren el corazón del mundo los niños que brotan,
envía señales la naturaleza.

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

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