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sábado, 1 de julio de 2017

Tres textos de presentación

Por Julieta Solis Velázquez
(escritora mexicana)



Tuve un sueño

Fue una noche extraña, más extraña de lo usual. Soñé con tantas cosas que olvidé despertar a tiempo. Soñé con mi familia, animales, personas nuevas, guerras mundiales, amor, dulces y manjares, viajes; sin embargo, todo era tan real que no recuerdo que haya sido breve, fue demasiado largo.
Tan largo fue que parecía mi propia vida, probablemente eso era. Toda la vida la pasé dormida viendo pasar el tiempo, viendo pasar la diversión y las oportunidades.
Pobre vida mía, si es que así le puedo llamar; ya estaba muerta desde antes de empezar.


La Peculiaridad de Mariana

Había una vez una chica, una muy peculiar, cuyo nombre era Mariana.
Mariana amaba el silencio, había nacido con él. Era una niña muy creativa, siempre estaba inventando qué hacer, contaba con mucha energía (debido a su juventud) y tenía el don de comunicar lo que sentía de forma clara por los medios menos esperados.
Su madre decía que su creatividad estaba fuera de este mundo, por eso desde pequeña la relacionó con una estrella, pues tenía un brillo muy especial con el cual a pesar de las dificultades podía destacar.
No tenía amigos porque los demás niños siempre la veían raro, algunos envidiaban su creatividad, otros tantos no asimilaban bien su forma de ser.
A Mariana realmente no le molestaba esto pues ella tenía a alguien muy especial en su vida (además de su familia), era más que un amigo, tal vez un hermano llamado “Quiet”. Mariana y Quiet siempre estaban juntos y pensaban totalmente igual, él la entendía mejor que nadie, tenían un lenguaje especial y nunca la abandonaba, ni siquiera cuando dormía.
La actividad favorita de ambos era dibujar y pintar porque la gente les entendía de manera más sencilla cuando lo hacían. Tenían múltiples obras de arte que habían hecho a manera de equipo; sin embargo, Quiet nunca hacía una firma visible.
La gente a su alrededor admiraba sus obras porque realmente mostraban mucho talento y eso los hacía sentir muy felices.
Un buen día, Mariana, Quiet y su madre salieron al parque al que iban desde que ambos eran bebés, un parque muy amplio y lleno de árboles frondosos donde ellos se inspiraban para crear nuevas ideas. Justo ese día había una exposición de un artista muy famoso apodado Bonet, él hacía tanto pinturas como esculturas, las cuales llamaron la atención de los niños inmediatamente. Después de recorrer todo el parque y observar con detenimiento cada objeto decidieron sentarse en el pasto y comenzar a plasmar su nueva invención, mientras tanto su madre se sentó en una banca cercana a leer.
Al cabo de una hora, los chicos estaban a punto de finalizar su pintura cuando sintieron una presencia desconocida que los observaba, era un hombre alto, delgado, de tez clara y barba crespa grisácea que vestía casual con una boina azul y una pashmina obscura a pesar del calor que hacía.
Al notar que los chicos se habían dado cuenta de su presencia los saludó y le dijo a Mariana:
—Tienes una manera de plasmar las cosas tan etérea que he quedado anonadado y sin palabras, creo que acabo de conocer a una verdadera artista y me gustaría saber su nombre. Concluyó con una amable y linda sonrisa.
Mariana se puso muy nerviosa pues no sabía quién era él, así que únicamente abrió los ojos lo más que pudo.
El hombre prosiguió:
—¡Claro! Que mal educado he sido, mi nombre es Bonet, la persona que hizo todo lo que ves a tu alrededor y mi intención es conocer más a la artista de esa magnífica obra que tengo frente a mí, pues estoy seguro de que no hay persona que merezca más este espacio de exposición que tú.
Mariana estaba atónita al escuchar a un gran artista hablar así de su talento y  su pintura, mientras que Quiet se encontraba incómodo porque no se sentía reconocido por sus méritos en ese preciso momento, pero ambos eran incapaces de expresarse, sólo podían forzar a sus ojos para que hablaran por ellos.
Mientras Bonet los observaba fijamente con una sonrisa, esperando su respuesta y tratando de interpretar sus gestos, llegó la mamá de Mariana para presentarse con Bonet. Al tiempo que Mariana y Quiet pensaban en cómo comunicarse apropiadamente con el artista, su madre le explicaba a Bonet quién era Mariana y las características peculiares que tenía desde que nació.
Al terminar Bonet dijo:
—De acuerdo Mariana, nos reuniremos pronto para que me muestres tus demás obras porque estoy muy interesado en ellas, tu mamá tiene razón, eres muy parecida a una estrella y te prometo que haremos notar tu brillo, ya que tu peculiaridad hace que tu talento resalte de esta forma tan mágica. No te preocupes cuando debas darme una respuesta, yo entiendo lo que me dicen tus ojos, porque la gente como nosotros no necesita explicaciones. Así que nos vemos pronto, Mariana.
Y de esa forma se despidió Bonet para volver a sus ocupaciones.
A partir de ese día la vida de todos cambió, pues la mamá de Mariana logró ayudar a su estrella a brillar completamente, Bonet descubrió a una pieza única y especial destinada al arte, Mariana con la orientación de Bonet se dedicó por completo a expresarse sin tener que dar explicaciones, y Quiet logró tener su independencia, pues su trabajo de ayuda con Mariana ahora lo cubría la pintura; sin embargo, él viviría por siempre con ella, en un anonimato conocido.


Blancanieves

Le llamaron Blancanieves
aunque fuese morena,
sus padres se dieron cuenta que la belleza del nombre
no radicaba en el físico de la niña,
sino en la pureza de su alma
y  en la suavidad de sus palabras.

(Regresa al Índice general)
Julieta Solis Velázquez. México, 20 de diciembre de 1999

Janis

Por Diana Eréndira Reséndiz
(poeta mexicana)



La mula es la mujer que avanza persiguiendo
una zanahoria que cuelga justo frente a sus ojos
como si no hubiera horizonte inmenso
como si tuviera tanta hambre siempre.      

Quién sabe qué tanto arrastra
porque ligera no anda y eso que cada 28
se vacía decepcionada biológicamente hablando.

El que se dedica a colgar la hortaliza naranja,
frente a su vista, no es otro más
el que dice amarla, aunque no tenga claro
que guiarla significa ir con ella
en el camino no importando el embuste oportuno
para ir de un lado a otro
a costa del animal de carga.

Lo he pensado, en lo que he leído,
lo he sentido en mi vulva / vagina / vientre
lo reconozco en los aullidos desesperados
de un mamey abierto
o en un frasco de yogurt ya sin contenido:
somos dentro, recipiente, nido, hueco
y esa cualidad innata,
también reforzada por la sociedad
que determina el anhelo constante de ser,
siendo alguien al servicio y afecto de otro
con mayor sentido dominante.

Ni una de tus canciones te apartaron del sendero
mula de sonrisa chueca
bruja empecinada en el conjuro amoroso y no en la dosis correcta.

De pincharme las venas un día faltará bastante imposible
porque detener el tiempo no cancela, sólo pausa,
el avanzar por lo prometido.

El meollo está en soltarlo,
exponer el vacío y fijar la mirada más lejos
de nuestras narices
no importando sentirnos libres.

La tristeza, tierra baldía
donde me hundo y se me aclara que a solapa se anda,
en el silencio, entre dos orejas con aretes.

¿Cuándo te harás mujer,
niña azul y triste?
Jesus fucking Christ!
I wanna be happy so fucking bad!
–dice Janis, y coincido.


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Diana Eréndira Reséndiz

miércoles, 1 de febrero de 2017

Selfie

Por Sergio Luna
(poeta mexicano)




Soy el hombre poliedro.
Soy el hombre que en el viaje se disuelve,
en las palabras se disuelve.
Soy el hombre que canta.
Soy el hombre que hace de su dispersión un poema.
Soy el hombre silla rota y fuerte en su madera.
Soy el hombre que viaja con voces desconocidas
y escucha esas voces que le dicen mírate cómo te vas escondiendo
de tu propia sombra.
Soy el hombre luz de todos los sitios.
Soy el hombre que une pedazos.
Soy el hombre que ordena la casa del alma de su hermano.
Soy un hombre moneda.
Soy un hombre libro de colores.
Soy un hombre agua de la lluvia.
Soy un hombre haciendo libreros.
Soy un hombre haciendo ventanas.
Soy un hombre poniendo la luz al centro de la oscuridad.
Soy un hombre en la madrugada y llevando gente a su destino.
Soy un hombre aprendiz.
Soy un hombre maestro de su sed.
Soy un hombre cuchillo en el pan de la soledad.
Soy un hombre caminando hasta que encuentra oídos.
Soy un hombre contento, 
simple, sentado, mirando a la gente pasar 
y bebe nieve.
Soy el hombre máscara de pájaros.
Soy el hombre paisaje.
Soy el hombre que viaja en su quietud.
Soy el hombre dibujo de mi mano.
Soy el hombre fragmento.
Soy el hombre corazón del oro.
Soy el hombre reunión.
Soy el hombre agua de tu boca.
Soy el hombre desnudo.
Soy el hombre risa de la mañana.
Soy el hombre palabras hechas madera. 
Soy el hombre fuego vivo.
Soy el hombre caballo en la montaña.
Soy el hombre que hace cristales del aire.
Soy el hombre oyendo.
Soy el hombre pensamiento. 
Soy el hombre cuarto de la luna.
Soy el hombre neblina, vapor de la tierra.

Soy un hombre, todo el tiempo,
orilla de todas las palabras.

Sergio Luna (Celaya, Guanajuato)

Conjuro para dejar de soñar iguanas

Por Laura Tristán
(poeta mexicana)





Yo te ahuyento de los páramos del sueño
que el filo de este sol nocturno te degüelle  y
tu sangre tiña los resplandores del alba
crujirá la madre rama en la que la vives petrificada
cesará tu hambre onírica
tus venas glaciares dejarán de ser la cuerda
con la que me estrangulas cada madrugada
bestia noctámbula
portadora de pestes
aléjate de mi sueño
terror primitivo
arañazo en la carne del alma
yo te ahuyento
yo tomo tu cabeza sangrante
y la arrojo a los espejos del alba
yo alimento a la fauna abisal
con tu músculo siniestro
yo cubro con nieve marina
las entradas a mi sueño
yo  te ahuyento esta madrugada
y te veo triturada  en los engranajes
del disco solar.

(Regresa al Índice general)
Laura Tristán (San Luis Potosí)

La derrota

Por Julio Romano
(poeta mexicano)




¿no eres tú misma esa huidiza sombra?
Tomás Segovia

No es mi voz la que te habla,
la que los frágiles sonidos
del paisaje desliza
hasta tus oídos marmóreos.
No son mis huellas las que tu camino
forjan, ni mi mano la que la tuya
ase, y crispa tu piel
y tu rostro acaricia y tus cabellos mece.
No es fuego mío el que abrasa tus labios
ni alma mía la que encripta la tuya.
No es mi risa la que te hace dudar.
No es mi canción la que te llama
ni mi sangre la que tu cuerpo vicia.
No es mi hálito el que te adormece,
no son mis ojos los que te subyugan.
No es mi sonrisa de tu rendición
la artífice esperada.
Y no es mi cuerpo el que te vence.

¿Me buscarás?
        No.
Búscame...

Julio Romano

jueves, 1 de diciembre de 2016

Tres poemas


Por Octavio Gallardo
(escritor mexicano)





ALLÍ DONDE ANIDARON LAS PENAS

¿qué viste de mí?
¿Miraste la animita de mis brazos?
Había un pozo con agua en uno de los costados
para que bebieran los visitantes.
Tú que eres el único que ha venido a verme
después del triunfo
deberías quedarte conmigo a celebrar con agua este
fracaso.
Fracasamos los que triunfamos, es verdad.
No hay equidad en el torrente
de nuestros sueños comunes.
Ya ves, yo quería una iglesia
para adorar mis intenciones sociales,
ahora yazgo en un reducto de la fe.
Soy una ciudadana muerta
que está viva en el futuro del país.
Mis velas estaban apagadas
hasta que llegaste tú
a escuchar mi opinión sobre los hechos
y a considerar que el viento soplará mis velas
apenas decidas encenderlas.
¿Eres militante de mí?
Te pido mil disculpas por la soledad.


YO SOY LA QUE PROBABLEMENTE LANZARON AL MAR

envuelta en una bolsa de oro,
sin embargo, estoy viva en el desierto de todos.
Tengo la vitalidad de los nacidos en los cielos;
mis brazos, mis ojos, son una bandera,
estoy enterrada en el agua,
mis peregrinos son los peces del desierto.
No tengo nombre, no me llamo.


HE SIDO CONDECORADA POR ESTAR AQUÍ

clavada en el desierto.
Los que han venido a visitarme
le han hablado a su fe y a su esperanza
con el mismo dolor con que han amado
a sus padres y luego a sus hijos
y sin embargo, yo que he muerto
para tu amor,
veo caer una estrella
cada vez que vuelvo a nacer.
Ella soy.

Poemas tomados del libro Ultimo poema, Mago editores, 2016.

Octavio Gallardo

Dos poemas

Por Óscar Cortés Tapia
(escritor mexicano)




ELEGÍA  A  LA  DUEÑA  DE  LA  BUENA  SAZÓN

I
A ti, Sofía
hija mayor de Gabriel Tapia y Luisa Nava
nieta de un patriarca de manto raído
católica desde las primeras rodillas
la de los ojos gemelos de la mejor sonrisa
la generosa como canasta abundante
a ti, madre
vienen las jacarandas y palmeras del sur
se levantan en puntas para asomarse a la ventana
quieren verte
desearte que mejores pronto
quieren arrancarte el ramaje plástico que te ata a la cama
(¡ay, la trescientos veintisiete!)
desprenderte del compacto bosque de savias funestas
y de los aparatos que ocultan cualquier esperanza
mínima
incierta
última
A ti vienen, pobrecillas
con lágrimas que no puedes ver
como hermanas de piloncillo
(que no tuviste)
como tías de mimoso percal
(que tampoco tuviste)
y te ruegan
te exigen
¡Levántate, Sofía!
¡Levántate del sueño químico!
¡Escapa de la estatua de cera
que respira con pulmones ilusorios!
¡La estatua que usurpa tu nombre y tu figura!
¡La que te hunde en una quietud indigna!
Vienen a impedir que un parpadeo
devore tu sonrisa abrazadora, tu voz balsámica
Vienen, Sofía
vienen, madre
a encender un alto fuego
en contra del olvido

Hospital de los Venados, 10 de marzo de 2013


Padre Nuestro
que estás en los cielos
mira a Sofía, tu hija
que padeció durante ochenta y ocho años
los golpes del puño envilecido
los escupitajos al corazón
Mírala
No resucitó al tercer día
en una mujer libre, desobediente
en una mujer de voz bien plantada y decisiones propias
Mírala
y no santifiques su martirio  
la camuflada ausencia del padre
el insultante mezcal de la madre
el amor fraudulento de las hermanas
el porrazo y la sobada de la vida conyugal
Acaricia su frente de seda antigua
su cabello delgado, muy delgado
como jilote que          se extravió en alguna parte
y no la llames a tu reino
todavía

Que no se cumpla tu voluntad, Padre
Déjala aquí con nosotros
para que la peinen
para que le arreglen las uñas
para llevarla a un restaurante de cinco estrellas
para que sus pies maltratados reciban el masaje de las olas de Cancún

Padre Nuestro
que estás en nuestras manos
como un breve sol encerrado
danos a tu hija, la agonizante
dánosla como un pan de alegría
como un pan multiplicable
y perdona sus ofensas
pocas, tan pocas ofensas de hormiguita cocinera
de abejita simple
de florecita de rincón
y no nos dejes renegar de estas horas

Líbrala, Señor
del choque cardiogénico
de la fibrilación auricular
del desequilibrio ácido
de la lesión renal  

Líbrala, Señor
si es tu voluntad
hasta de este grande, grandísimo amor
Y dale la paz

Hospital de los Venados, 11 de marzo de 2013


Levántate, Sofía
levántate de ese cadáver que nos miente
que pretende hacernos creer que eres tú
hundida en el sueño de los muertos
Levántate
levántate de la estatua de cera que ya no respira
que ya no abre los ojos
que ya no sonríe
Levántate como un consuelo
Levántate, madre
Levántate, cocinera magnífica
que la cebolla te espera
que te aguardan el orégano y las hierbas de olor
la canela, los chiles y el maíz
Te reclama el fogón
a ti, oficiante de los mejores sabores
Te exige el apetito
a ti, artífice de los deleites

Levántate, levántate
Si no para nosotros
entonces hazlo para Dios
que te llama a su cocina celestial
Levántate
Que los santos quieren deleitarse con tus guisos
Con el pozole que cocías con paciencia y una pizca de misterio
Con tu asado de res
que hermanaba el aroma del tomillo y la fuerza de la canela
Con tus romeros en mole
de secretos pascuales y luto delicioso

Levántate, Sofía
Chofita nuestra
que Dios dispone que enseñes a cocinar
a los mismísimos ángeles

Hospital de los Venados, 12 de marzo de 2013

II
Hemos llegado
Una promesa debe cumplirse
En ceniza
                           en memoria
                                                  en imagen .jpg

Hemos llegado

Lo prometí a tu silencio
                                                  tan mío
Lo exigió mi palabra
                                                  tan tuya
H e m o s
                          ll
                              e
                                  g
                                     a
                                         d
                                             o

Este   es    tu mar         /         Este   era   tu mar

Desdichada gramática

¿En qué tiempo se conjuga
                                                         abrigarse con el espejismo de la raíz amada?
Admitir de tajo la ausencia
                                                     ¿tendrá un copretérito
                                                                                                  que no desconsuele?

Este    será   tu  mar              S I E M P R E

Quede tu frente / Queden tus ojos / Y tus pestañas
Queden tus labios / Quede tu lengua / Quede tu oreja
Queden sin dueña / En aguas calmas / Queden en paz

Cancún, 26 de junio de 2013


JACARANDA

No habrá manos que detengan el hachazo invisible
Nada impedirá que sea un cadáver sin retorno
astillas en galope hacia la amnesia

Cuando los moradores hayan vuelto a casa
al fingido bronce del mediodía doméstico
sus ojos, golpeados por el vacío que ahora subraya al cielo
se esparcirán por el patio como polvareda de preguntas
                                                                                             mudas
                                                                                                            inútiles

(No habrá comidas gozosas
No habrá secretos que mondar bajo la fronda
El columpio no acompasará las tardes)

Entre las ramas caídas
los deudos de la jacaranda encontrarán una certeza brutal
esa que durante años disfrazaron
                                                             con un sereno adverbio de tiempo

Óscar Cortés Tapia


El azar de los hechos en ImagenTv

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

Invitación

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