Sin Bemoles |
Dentro de la gran tradición diplomática que México ha construido por casi un siglo, miles de exiliados han sido recibidos, entre ellos, personalidades que han dejado una importante marca en la historia, como es el caso del violinista Henryk Szeryng, nacido en Varsovia en 1918.
Szeryng visitó México en calidad de intérprete traductor en 1942, acompañando al General Sikorski, Primer Ministro de Polonia. Se entrevistaron con el presidente Manuel Ávila Camacho con el objetivo de buscar hogar para millares de judíos, a los cuales la Segunda Guerra Mundial forzó a dejar su país. Al poco tiempo, 1453 refugiados polacos fueron recibidos en la Hacienda de Santa Rosa, en León, Guanajuato, y Szeryng fue invitado a permanecer en el país. Ante el hospitalario gesto hacia sus compatriotas, Szeryng hizo patente su agradecimiento por el resto de su vida. A los veinticuatro años de edad, en 1943, se estableció al norte de la capital mexicana, y comenzó una entusiasmada labor concertística, de enseñanza, y de colaboración con los más grandes compositores del país.
Henryk Szeryng © Archivo Salmón Del Real |
Asimismo, Szeryng impartió diversos cursos en el Conservatorio Nacional de Música, aun en la década de los sesenta y setenta, cuando su actividad internacional ya se había intensificado, tras encontrarse, en 1950, con el gran pianista Arthur Rubinstein, quien lo instó a presentarse con más frecuencia en el extranjero, así como a realizar grabaciones internacionales, lo que cumplió a cabalidad, convirtiéndose en uno de los violinistas con mayor número de registros fonográficos. Otra de las importantes aportaciones que hizo a la música mexicana consistió en su interpretación del Concierto para violín de Carlos Chávez en Nueva York, bajo la dirección de Leonard Bernstein, en 1965.
Por iniciativa de la Orquesta Sinfónica del Estado de México y de su titular Enrique Batiz, se creó en septiembre de 1992 el Concurso Internacional de violín Henryk Szeryng en honor y en memoria de este gran virtuoso. El primer premio fue compartido entre el violinista mexicano Adrián Justus (1970), y la violinista polaco-mexicana Erika Dobosiewicz (1967), quien, al igual que el mismo Szeryng, nació en Varsovia y decidió permanecer en el país. A la fecha, se desempeña como concertino de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
Su vida está marcada alrededor de su obra predilecta, el Concierto para violín de Johannes Brahms. Fue el primer Concierto que tocó al debutar en Varsovia a los catorce años de edad, en 1933, y también el último, el cual interpretó 55 años más tarde en Kessel, Alemania, tras lo cual falleció a causa de un derrame cerebral un par de días después.
Una década antes, en una entrevista que concedió al diario mexicano Excélsior, se le había preguntado «¿qué haría si le quedara un hora de vida?», a lo cual respondió: «Tocaría el Concierto de Brahms.»
—De música se habla sin bemoles—
Miguel Salmon Del Real © Archivo: Salmon Del Real |
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Miguel Salmon del Real ha afirmado, en más de una ocasión, en público y en la cercanía que proporciona la amistad y la confianza recíproca, que “la música clásica une al ser humano con la eternidad, favorece el desarrollo humano, es pasión, es emoción, su encanto es eterno”. Son palabras que confirman una sólida confianza que lo vincula no sólo con sus mentores —Bernard Haitink, Pierre Boulez, Peter Eötvös—, sino con lo mejor de una insoslayable tradición europea —Frans Brüggen, Nikolaus Harnoncourt, Daniel Barenboim, Claudio Abbado—, de la cual es heredero y uno de nuestros más orgullosos embajadores culturales.
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