miércoles, 9 de octubre de 2013

Retraso

por Ricardo Capone


I

Hay quienes afirman
que los poetas
siempre llegan tarde
Y estos reivindican
esa afirmación.
Yo, por mi parte,
tomando en cuenta
que estoy lejos de ser un poeta
siempre llego temprano
a lo que sea.
Mi nacimiento fue tardío
y es como si ya estuviera
predestinado/maldicho
a morir mi vida llegando temprano.
Como buen perdedor llego
dos horas antes a las citas
con mujeres bellas.
II

De qué se trata esa acción repulsiva
de llegar temprano.
-No lo sé,
habría que entrar en una discusión
de sordos para especular
a ciencia cierta, y no bastaría.
Tal vez llegando tarde, lo sepa.
Tal vez no llegando, lo sepa, pues,
si lo supiera no la estaría pasando así.

III

Siempre he tenido esa obsesión
maniaco-compulsiva con la puntualidad,
pero como buen enfermo mental
que soy,
a veces, si, sólo a veces
llego tarde a los momentos
conmigo mismo.
Invitado que no invita
planeación que no llega
vividor que no vive
psiquiatra que no piensa:
esos papeles y tantos otros
no sirven de nada.
Y es que ya no hay personas
con quien hablar, ni mujeres
a quien besar, ni motivos
para hacer citas
y llegar temprano.


IV

Una vez que fumo
ignoro el misterio ya planteado
y pienso que hay que ganar batallas
perdiendo la guerra.
Hay que ganarle al tiempo,
pero no a la vida.
Hay que ganarle a la muerte,
pero no al tiempo.
No estaría escribiendo
si no contara las horas
esperando a que pase algo;
esa es una posible raíz del problema
sin prejuicios: esperar.


V

Yo espero
tú esperas
ella es pera
él es otra pera
y todos somos peras que esperamos
como fruta en el frutero de la cocina
que nadie ve, pudriéndonos
poco a poco para que así
nos desechen.
La muerte es esperar,
esperar nada, pero esperar.
La vida es mas o menos lo mismo:
ir de un lugar a otro
sin saber porqué vas
porqué vienes, porqué llegas
temprano o tarde.
Vivir es no pensar.


VI

Cuando se llega temprano
tienes tiempo para muchas cosas:
observar a los transeúntes
llegar tarde, contar las colillas
de cigarro tiradas, manifestaciones
en la avenida Reforma
y al infelizage pidiendo dinero
en cada esquina luchando por existir...
Tienes tiempo para todo, menos para ti,
un momento...
Mi mujer deseada me acaba
de cancelar la cita,
ni modo.
Perdí por default
sin siquiera mover una pieza
en este tablero de eternidad
que es la vida.


VII

Tratándose de literatura
soy precoz.
Iba a terminar este texto
en alguna banqueta, pero,
no me queda nada
mas que postergarlo
pues, se me hace tarde
para llegar temprano
al próximo bar.

Ricardo Capone nació en México, D.F., en 1994

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sábado, 18 de mayo de 2013

Nocturno

por Rosy Paláu


La noche florece
en el asombro de los astros
que la espían.
Por la calle un perro ladra
a la voz indiferente
del minuto.
El tiempo vuelve,
se derrama.
El pasado existe
en el hoy eterno.
Arrastra un árbol
el oleaje de las claridades.
Cierro los ojos
y es incendio desbocado,
cielo de hojas ardiendo
en la lumbre de los pájaros.
De un silencio a otro
las palabras hablan sus imágenes,
el sueño se congrega
para contarse a si mismo.
Hay un patio.
Quietud errante
las piedras beben apiladas
en los arroyos de yerba.
Los muros se encienden,
parpadean,
cegados por el relámpago
de las enredaderas.
Lejano sol que se deshace
dentro del día
mientras el día hila las horas
en el agua de una pila.
El pensamiento construye
verdades y deseos.
No hay nadie.
Los muertos están muertos.
El instante es la lámpara
que los rebela
atravesando los espacios
todavía frescos de su misterio.
Me despierto.
La inmensidad se ahonda
en la ventana
como un Dios
hecho de miradas inexplicables.
La ciudad se alza
desde sus laberintos,
un gallo canta a deshoras,
una puerta se abre y otra se cierra.
Correr de pasos anónimos,
sílabas que se alejan solitarias
como la oscuridad que apenas toca
tu cuerpo manso de reflejos.
Tierra dormida
sobre el alma que respira
goces y miedos infinitos.
En qué pozo te abismas,
qué aventura te arrastra
como la tarde en rápidos de luz.
La luna se asoma
desde un acantilado de estrellas.
Eres la playa que se extiende
allá debajo.
Columna de transparencia,
el espejo que a la nada sostiene,
en repentinas marejadas te refleja.
La mirada va, vuelve,
se regresa.
El mundo conoce sus historias,
se contempla
como la flor en su tallo dichoso,
como la nube que se abre en lo alto
y se deja salir
en formas vivas.
Pasajeros de las horas,
junto a la sombra que te escribe
yo te leo y te repito.
Diminuto torbellino
zumba el aire en un insecto.
El cuarto se aparece.
Ya clarea.

El azar de los hechos en Canal 11 Tv

Las teorías sobre arte son al arte
lo que un gato disecado al movimiento de un felino
Cosme Álvarez

Invitación

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